CAPÍTULO 37

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Estaba sentada en el comedor tomando mi desayuno, sola. Mi padre y su bastarda ya habían desayunado hace una hora.

-Buenos días princesa Chiara 

-Hola Messina 

-¿Cómo se encuentra?

-Bien gracias 

-¿Quiere salir a dar un paseo?

-No

-¿Quiere leer algún libro?

-No

-¿Necesita algo?

-Comer mi desayuno sola 

-Claro, si necesita algo puede decírmelo 

-¿Está lloviendo afuera?

-Si, me temo que todos estos días no han parado de llover 

-Es que hasta el cielo esta triste 

-Con su permiso

-Messina...

-¿Si?

-¿Sabes cuales fueron las últimas palabras de mi madre?

-No, el Rey Baldassare es el que estuvo a su lado 

-Bien, puedes retirarte 

Hace una reverencia y se va. 

Después de terminar de desayunar voy al jardín y comienzo a mojarme en la lluvia, mientras recuerdo todos los momentos que tuve con mi madre, cuando me recibió con los brazos abiertos a mi regreso del Instituto Real, cuando me regaló su primera corona, cuando me dijo que estaba orgullosa de mi. Porque a pesar de ser pocos eran hermosos y siempre los atesoraría. 

Caigo de rodillas mientras mis lágrimas se mezclan con la lluvia. 

Los recuerdos con Ricci comienzan a abrumarme. Las noches que pasaba en mi habitación cuando me enfermaba, cuando nos desvelábamos estudiando, las horas practicando mi postura, cuando me enseñaba a dirigirme a las personas adultas, cuando jugábamos debajo de la lluvia, cuando me contaba historias para dormir, cuando me daba regalos por mi cumpleaños. Que siempre consistían en libros, joyas sencillas, diarios, peluches o chocolates.

La lluvia siempre me parecía el mejor escenario para salir a divertirme, pero justo ahora me parecía el escenario para recordar y sumergirme en la tristeza de no tener a nadie a mi lado que se preocupara como esas dos maravillosas mujeres.

-¿Chiara? -la voz de mi padre suena a mis espaldas

Lo ignoro.

-Chiara por favor entra a la casa, no quiero que te resfríes

-Estoy bien 

-Mentir es malo 

-Fingir que te importo es peor 

Mi padre se sienta a mi lado, con su traje impecable de Rey perfecto. 

-Eres cruel conmigo

-Claro... ahora resulta que yo soy la cruel -le digo riendo amargamente 

-Tu perdiste a tu madre -hace una pequeña pausa -Pero yo también perdí a mi esposa, a la mujer que amaba, por la que hubiera entregado mi vida si era necesario 

-¿La amabas y por eso la engañaste?, te recuerdo que tuviste otra hija, con otra mujer 

-Ese día me había peleado con tu madre, porque me convenció de tomar una decisión que fue un fracaso, no me escuchó y solo se empeñó en convencerme, le hice caso y todo salió mal -dice pensativo -Estaba tan furioso que solo pensaba en lastimarla y que mejor que con una infidelidad, y fue con una cocinera joven e ingenua, solo una vez -siento su mirada sobre mi -He cometido muchos errores en mi vida pero jamás voy a perdonarme haber aceptado esa alianza con Afganistán, poner tu vida en peligro, tu dignidad pisoteada y tu carácter sometido

-Si crees que me voy a tragar ese cuento estas equivocado, mejor vete y déjame sola con mis recuerdos -le digo llorando mientras me abrazo las rodillas 

-Eres lo más importante en mi vida Chiara 

-Deja de mentir -le digo furiosa -Deja de pretender que te importo, no trates de engañarte, Fiorella es lo más importante en tu vida 

-¿Cómo quieres que te demuestre que eres importante para mi? -me mira -Ni siquiera estoy seguro de que yo te importe, desde tu llegada no me has llamado papá, mi padre, solo Rey Baldassare o Rey de Italia

-Eso es lo que eres ¿no?

-Soy tu padre también y debe de importarte más 

-Tu hija bastarda me dijo que no me querías, que no tenía derecho a llamarte padre o papá -le digo llorando -Que te llamara Rey Baldassare, que había muros que la distancia había puesto entre nosotros...

-Eso es absurdo 

-Lo que digo yo o lo que ella me dijo 

-Lo que te dijo, eres mi hija pese a quien le pese, incluso a ti 

-Pero si no me has demostrado tu amor, hiciste que suplicara el perdón de tu bastarda, me humillaste y pisoteaste mi orgullo 

No se porque, pero estaba muy sensible y todas las emociones brotaban de mi ser.

-Perdóname, es verdad que amo a esa criatura, desde que te fuiste ella fue la que lleno esa soledad que dejaste con tu partida y tu madre me prohibió volver a pasar una sola noche con ella, no podía tener más hijos y me conforme con ella 

Lo mire y tenía sus ojos rojos y notables ojeras debajo de ellos. Sus ojos eran azules iguales que los míos y sumergidos en una profunda tristeza.

-Perdóname por favor hija

-Me vendiste por 50 soldados -le digo y un nudo en mi estomago se hace presente, acompañando a las lágrimas que no dejaban de salir 

-No te vendí, solo quería un buen esposo para ti 

-Ni siquiera te aseguraste de que fuera una buena persona 

-Y ese ha sido mi más grande error, creer que un hijo es igual a sus padres 

-¿Conoces a los reyes de Afganistán?

-El Rey era mi mejor amigo, no fueron 50 soldados lo que me convenció de entregarte a ellos, fueron los años de amistad que tenía con el Rey 

-Fue un infierno papá, estaba sola y aterrada 

Mi papá me abraza y me aferro a él, como si no hubiera un mañana, no estaba perdonándolo, pero necesitaba un abrazo de alguien y si todas sus palabras eran una mentira, justamente en este momento no le tomaría importancia porque lo necesitaba.

-Jamás volverás a estar sola, me tienes a mi y siempre voy a estar para ti -lo escucho sollozar

Permanecimos por un largo tiempo así abrazados, llorando, bajo la lluvia que nos tenía empapados.

-No quiero que te resfríes, por favor vamos adentro para que te des una ducha y después me acompañes a la biblioteca a leer, ¿qué dices?

-Que me vendría bien un buen libro 

Me da un beso en la frente y me ayuda a ponerme de pie. Mi vestido y su traje estaban llenos de lodo. 

Entramos juntos a la casa y después de dejarme en mi cuarto él fue al suyo para cambiarse. Tomé una ducha caliente, el pecho ya no me dolía tanto, era más soportable. Después de esa pequeña tranquilidad que mi padre logró transmitirme.

Entre DinastíasWhere stories live. Discover now