13 | Al menos por hoy.

71 7 64
                                    

Jamie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jamie

Volver a tener a Marcus conmigo era algo que anhelaba cada día que se apagaba. Solía decirle mientras estaba lejos, que cuando volviera no me despegaría de él; pero la realidad es que no ha podido ser así, y menos ahora que ha pasado lo que pasó con Jerry's. Admito que hay algunas veces en las que pensar en la botarga me da miedo. Corrijo, las. Porque ahora son dos.

Pero éso él no lo sabe.

Me quedé contemplándolo con una sonrisa mientras me contaba más detalles sobre su viaje, porque aunque fue una cuestión familiar, hubo momentos en los que comenta no habérsela pasado tan bien; hay más tensión entre sus parientes de la que especuló.

—Y al final sólo interrumpimos la pelea para despedirnos —contó curveando los ojos—. Fue estresante, pero divertido.

—Y pensé que mi familia era la loca —complementé, alzando las cejas con sarcasmo.

—¿Qué tiene tu familia de loca?

—Pues —resoplé, enumerando algunas de las posibles respuestas— ¿Sabes por qué mis papás salieron de viaje? —ejecutó un sonido de negación—. Porque cada año por estás fechas, deciden revivir su luna de miel. Ahora en Grecia.

—¿En verdad? —asentí y sonrió— Súper.

Seh, había ocasiones en las que mi dulce novio no era capaz de continuar una conversación —y hacerla interesante—.

—Ajá... Quién sabe qué cosas estén haciendo ahora.

—Quizá sexo —se atrevió a decir.

—¡Marcus! —le dí un golpe en el brazo, comenzando a reír.

No me culpen, sé que así vine al mundo pero, tampoco quiero que me haga pensar en esas imágenes.

—¿Y tú qué has estado haciendo?

—Pues ya sabes, me la he pasado en Jerry's. —Esquivé sus ojos, apenada.

—Pero no es peligroso, ¿verdad? —buscó mi mirada con suplicio, absorto en mi expresión.

Fruncí mis labios, temiendo tomar el sendero equivocado cuando contestara.

—Pues no tanto —dije, mi voz resonó fingida hasta para mí—. Nunca me quedo sola, eso es lo bueno.

—No quieres quedarte sola, entonces —asumió, mirando sus entrelazadas manos por encima del rojizo cojín.

—No. Hay una botarga psicópata rondando por ahí —expliqué y sus ojos saltaron como un par de canicas.

—¿Qué? ¿Botarga?

Chisté, ya me había acostumbrado a no tener que explicarle a nadie los orígenes del restaurante, últimamente convivo con personas ya están bastante informadas al respecto.

Inconclusos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora