Capítulo 21: Discusión

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Era tarde cuando salí de mi casa para buscar a Laura cerca del lago, solo que al dar unos pasos hacia el muelle me congelé al verla sentada junto a mi hermano. Hablaban animadamente, hasta que la vi tocar con un dedo el mentón de Derek y como él le decía algo que la hizo abrir sus ojos sorprendida.

Eso fue todo lo que pude soportar.

Llegué a ellos en segundos. El primero en verme fue mi hermano, Laura me observó un segundo después con el ceño fruncido.

Miré a Derek.

—Creí decirte que no quería verte cerca de ella —Derek miró a Laura un segundo y luego a mi alzando una ceja.

—No sabía que necesitaba tu permiso para hablar con ella —observé a Laura. Ella nos miraba a ambos con la frente fruncida.

—Entonces qué, le estas llorando el golpe que te di —él negó suavemente, pero fue ella quien llamó mi atención.

—Tú lo golpeaste —dijo sorprendida.

Miré un segundo a Derek y luego a ella.

—Vete Derek, déjanos solos—. Mi hermano se cruzó de brazos, nada más. Di un paso en su dirección pero ella tocó el brazo de Derek, ambos la miramos.

—Por favor déjanos solos —mi hermano suspiró.

—Bien, hablamos después —ella asintió.

Derek pasó a mi lado negando, pero sin decir nada. Lo observé hasta que llegó a la casa, luego me giré a ver a Laura.

—Bien, explícate —pidió.

Apreté mi mandíbula un segundo sin saber qué decir.

—¿Qué tengo que explicar? —solté al fin.

Alzó una ceja.

—Primero me gustaría saber por qué lo golpeaste.

—Eso es un asunto entre los dos —me crucé de brazos, no me estaba gustando esta conversación, sabía que si continuábamos íbamos a terminar discutiendo —¿no puedes olvidarlo? —sabía qué diría que no, negó.

—Pues debe ser asunto mío, sino nunca lo hubieras sacado a colación —me observó esperando, como no dije nada preguntó— ¿En verdad le dijiste que no volviera a hablar conmigo?

—¿Sabes que tú le gustas? —fruncí mi ceño, ella alzó ambas cejas sorprendida.

—Él te dijo que yo le gustaba.

Arrugué mi frente, no lo había hecho, pero tampoco lo había negado.

—Se preocupa mucho por ti —solté al fin.

—Y yo de él, es mi amigo.

—Pero le gustas —continúe diciendo, eso en verdad me molestaba.

—Insisto, él te dijo que yo le gustaba—. Apreté la mandíbula, ella negó.

—Es un niño —dije molesto, volteó sus ojos.

—Está a punto de cumplir 16, no es un niño Kay —negó— y eso que tiene que ver en todo esto, podría tener 12 y seguiría siendo mi amigo.

—¿Te gusta? —me oí preguntar, ella me observó varios segundos antes de hablar.

—Me agrada, por eso es mi amigo.

—No te pregunté eso.

—No, pero esa es la respuesta que voy a darte por tu estúpida pregunta —alcé una ceja.

—Saber si a mi novia le gusta otro chico, que resulta ser mi hermano, es una estúpida pregunta —solté un bufido.

—Primero, no sabía que era tu novia —abrí mi boca sorprendido —y segundo, si me gustara tu hermano no pasaría mi tiempo contigo.

—¿Quieres pasar tiempo con él? —ahora sí estaba molesto.

Había negado que fuera mi novia, bueno, no se lo había preguntado, pero considerando todo lo que habíamos hecho juntos había asumido que lo éramos.

—¿Qué crees? —hice un ruido de exasperación.

—Rayos, podrías contestar sin evasivas.

—Lo haré cuando dejes de preguntar tonterías —ahora ella también se veía furiosa.

—Querer saber lo que sientes es estúpido —negué incrédulo.

—Nunca me has preguntado lo que siento —ella negó y pasó una de sus manos por su cabello, me miró —te lo dije, Derek es solo mi amigo, nada más. ¿Por qué estas dudando de mí de esa forma? —arrugó su frente—, te comportas como si estuvieras celoso.

Celoso, eso me dejó sin habla, y provocó que hablara sin pensar unos segundos después.

—¿Por qué estaría celoso? Como dijiste, no eres mi novia, puedes hacer lo que te venga en gana —me encogí de hombros y miré alrededor.

Cuando observé su rostro me arrepentí enseguida. Se veía dolida en verdad.

—Sí, tienes razón, si no somos nada no tienes porqué sentirte celoso —negó y se alejó de mi— adiós Kay.

Tuve deseos de detenerla, pero me obligué a no moverme. La observé alejarse rápidamente de mí, y solo cuando ya no fui capaz de verla maldije. Metí mis manos en mis bolsillos y regresé a mi habitación, volví a encerrarme por segunda vez esa semana.

Un Sorprendente VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora