Capítulo 36: Todo se terminó.

480 69 0
                                    

Al regresar a la habitación observé a mi madre que estaba en el pasillo, apoyada en una pared perdida en sus pensamientos.

—Querida —dijo mi padre, mamá lo miró —vámonos a casa.

Asintió suavemente y me miró.

—¿Y Derek? —pregunté.

—Aquí estoy —dijo él y me giré para verlo salir de la habitación de Laura —estaba despidiéndome, regresaré esta noche a casa por la escuela —asentí.

Luego de que ellos salieran de mi vista regresé a la habitación. Laura estaba observando por la ventana, fijamente.

Me detuve a los pies de su cama y esperé a que me mirara, lo hizo luego de cinco segundos.

—¿Por qué? —le pregunté enseguida, tenía que oírla decírmelo, el por qué había decidido romper conmigo.

—Sé que me escuchaste, a tu madre y a mí, te vi—. Cerré los ojos un segundo.

—Dime por qué haces esto, por qué le sigues la corriente a mi madre si sabes que no tiene razón ni opinión en esto.

—Kay, ya terminó, olvídate de eso y regresa a tu casa—negué suavemente —¿qué más quieres de mí? Esto solo fue una relación de verano.

La miré enseguida.

—¿Por esto te acostaste conmigo? —pregunté furioso—porque sabías que ibas a terminarme y querías tener la experiencia completa.

Cuando escuché a alguien jadear observé hacia la puerta e hice una mueca al ver a la madre de Laura allí. Si no es una cosa es otra, pensé, esta conversación no avanzaba nada.

—Ustedes...qué... —dio un paso dentro de la habitación y observé a Laura, estaba tensa en la cama, quieta observándome. Lentamente se giró para ver a su madre, sin cambiar ni un poco su expresión.

—Déjanos mamá —le ordenó, no pidió ni nada, su voz y tono fue una clara orden.

—Me ocultaste que estabas saliendo con él —María me apuntó —y te atreviste a...a...—parecía que no podía decirlo.

Negué un segundo y me moví.

—Regreso después —murmuré.

—No...

—Kay...

Me detuvieron ambas, observé a Laura cuando me llamó.

—Tu no sales de aquí jovencito —dijo María —explícame ahora mismo qué quieres de mi hija, como te atreviste a hacerle algo así.

Hice una mueca al oírla. Lo decía como si yo la hubiera obligado, si supiera que fue su hija quien tuvo la idea.

—Madre, déjalo en paz —dijo Laura, la miró —sé muy bien lo que puedo o no...

—No, no sabes, solo eres una chiquilla que cree que puede hacer cualquier cosa, pero no es así—. Laura se tensó aún más, peor, su piel palideció al oír a su madre —las personas que son como tu...

—Como yo —repitió ella herida —como yo, ¿qué?

—Pues, como tú —la mujer la apuntó...

—Sorda, madre —su tono de voz había bajado, al observar sus manos noté que afirmada la sábana con fuerza, sus nudillos estaban blancos, casi como la misma sábana—cuándo vas a dejar de pensar así, cuándo vas a aceptar que tienes una hija sorda.

—Esto es mi culpa —jadeó María.

—Por Dios —se quejó Laura —hemos tenido esta conversación tantas veces y sigues pensando igual, ya te expliqué que estoy bien, que no me importa, que puedo hacer lo que desee, como cualquiera. ¿Por qué no lo aceptas?

Un Sorprendente VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora