𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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[P. O. V Narrador Randy Cunningham]:

Retiré la máscara bruscamente, y me lamenté de todas las formas múltiples posibles. El momento del acto causó emociones terribles y dolorosas, quise soportar un quejido pero no conseguí mucho. Ni con toda la delicadeza lograría remplazar el tacto que me hacia falta para retirar el grito soltado. Alarmarme fue inevitable cuando escuché la fuerza con la que ejerci el sonido desgarrado en dolimiento. Temblé, porque sabía el efecto que eso podía causar. Era terrible en todos los aspectos imaginables.

Quería golpear el espejo, ponerlo como mentiroso al exponerme de esta manera muy pésima. Pero la realidad es algo imborrable, y lamentablemente lo aprendí a las malas.

El llamado de mamá para cenar llenó mi cuerpo de puro terror, temblé a pesar de aún tener los sentidos agudos y alertas, corrí en un desesperado movimiento hacia la puerta, asegurandome de ponerle seguro al cerrojo con nerviosismo. Escuché sus pasos, acercándose. Me recosté de lado sobre la puerta, la angustia de que sospechará comenzó a surgir fuertemente.

Había sido una batalla difícil, cada día los traqueados eran en mayor número. Si con las habilidades y consejos del Nomicon no era suficiente entonces no había nadamás que decir. Le dí poca importancia a los impactos o rasguños en el traje, ahora le daba toda me atención imponente por una escapatoria. Una salida, algo que me detuviera de llegar a la raíz del problema.

Tomé aire, porque sabía que solo eso evitaría ahogarme de un descontrol emocional.

- Hijo, ¿te sientes bien?

Con el hilo de voz que tenía, prometí fuese capaz de no flaquear, como si aún tuviese la oportunidad de llorar y confesarle mi dolor. Pero aquello, pondría en riesgo demasiado. Me sostuve a sabiendas, era algo de valor proteger su ingenuidad respecto a mi estado. Era lo mejor en mi mente para entonces, estaba atado de manos, tampoco podía hacer mucho con eso.

- Estoy bien, mamá. Solo... me duele el estómago, seguramente fue algo que comí en el almuerzo. Se me pasará - me hice sonreír, a pesar de que ella no estuviese mirándome. Un instinto me obligó a mentirle de manera amarga. Una mentira blanca por una causa mayor.

- Randy, debiste decirme desde que llegaste. Te traeré medicina.

- No, má. Tranquila, no hace falta - insistí. Tentado por no caer en los cuidos y mimos maternales que me ofrecía con total libertad de elegir. Tuve que abstenerme, rechazando la oferta. Mi vista viajó hacía los rasguños en mi brazo, un moretón en el codo. Pasé saliva, nervioso por volverme a fijar en ese detalle que me alteraba.

- Voy a preparar una sopa de vegetales. - anunció antes de dar pasos decididos en actuar de inmediato, sin importar mi contradicción.

Cerré los ojos, con el enorme alivio de que por lo menos tendría tiempo para ingeniarmelas y pasar desapercibido ante ella. A pesar de que tuviese el instinto maternal a su favor, por fortuna no consiguió acertar.

La buena noticia era, que el frío de la noche me daba cierta ventaja. Fui capaz de cubrir los golpes en mis extremidades con ropas abrigadas. A excepción del ojo de dálmata que se notaba a millas.

Ante eso, solamente me ví con la alternativa más fiable que me quedaba.

Entré en la habitación de papá, y, rebuscando entre los cajones de ropa. Encontré lo que necesitaba, me parecía la idea más brillante para ese entonces, además la falta de creatividad para encubrir el moretón me llevó a observar los lentes de sol entre mis manos. Analizando en unos cortos segundos mi fantástica ruta de escape. Me las coloqué con una balanza entre confianza e inseguridad presente.

Pasando de largo el pasillo. Silbando en alto delatando con eso, me encontraba en un manojo de nerviosismo al temor de ser descubierto. Llegué a la cocina con la mentira de mi estado natural.

𝘾𝙊𝙍𝙍𝙐𝙋𝙏 ╏RC9GN'×Lᴇᴄᴛᴏʀᴀ |En Pausa|Where stories live. Discover now