DIEZ

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Con este eran cuatro días sin Jungkook en casa, JiMin trataba de mantener las cosas bajo control y todo marchaba bien.

―¡Lili! ¡Lili, veeen!

JiMin resopló, no encontraba a su mascota por ningún lugar. Era hora de su comida, nunca se perdía ni un solo plato. Jamás.

―Liliiii.―Llamó cuando llegó a la cocina y una vez más no la vió. Se desanimó.

Miró su reloj y se percató de la hora. Eran las seis de la tarde y ahora que recordaba YeonJun aún no había llegado de su práctica de basket. Sesupone que habría llegado a casa hace una hora.

A decir verdad, estaba muy preocupado.

Metió una mano a su bolsillo y sacó su móvil. Pronto envío el dispositivo a su oreja y esperó mientras la línea de espera sonaba.

Esperaba que YeonJun le contestara rápidamente, pero en lugar de eso escuchó la timbrada de un celular cerca suyo. Frunció el ceño y siguió el sonido fuera de la casa. Abrió la puerta principal.

¿Hace cuánto estaba ahí?

Colgó la llamada al ver que claramente el adolescente, sentado en las escaleras del pórtico con las ropas llenas de lodo y su rostro escondido entre sus piernas, no le contestaría.

Suspiró de alivio al verlo en casa y se sorprendió al percatarse de que Lili también estaba ahí, pareciendo consolar a YeonJun. Se acercó mientras guardaba su móvil.

―Oye, YeonJun...―Fue ignorado pero aún así tomó asiento a su lado y abrió en grande los ojos cuando vió los raspones en sus piernas.―¡Estás herido! ¿Qué rayos te pasó?

El chico alzó su rostro y lo vió con los ojos llenos de lágrimas rebeldes. Su corazón se encogió.

―No es nada, vete.

―No. No me iré hasta que me digas que rayos te hicieron, a mí no me puedes mentir.―Lo miró desafiante.

El adolescente sorbió su nariz avergonzado por ser visto llorando. Negó con la cabeza cuando vió la mirada determinada del hombre. Lili se levantó y empezó a lamer el rostro del chico pero JiMin con un gesto la calmó.

―Sé que yo no te agrado, eso lo tengo claro, pero no voy a dejar pasar el hecho de que llegas tarde a casa con la ropa toda manchada y además de eso herido. Se supone que estás a mi cargo ya que tu papá no está aquí.―JiMin posó una mano en su hombro y el menor lo miró con el ceño fruncido.―No se lo diré a nadie, YeonJun.

―Lo lamento, pero realmente prefiero guardarlo para mí mismo. Te pido que me dejes solo.

JiMin suspiró rindiéndose por ahora. Yeonjun era un chico muy reservado para que le cuente lo que sea que le hubieran hecho. Porque era obvio que alguien lo había ocasionado.

―Si ahora no estás listo para hablar lo entiendo... Aún así aviso que estaré hasta tarde en el comedor terminando un trabajo de la empresa, si quieres conversar o que te ayude con los raspones, ¿Está bien?

YeonJun asintió sin verlo, volviendo a esconder su rostro y con una mano acariciar a la perrita.

El rubio se levantó y caminó hasta la puerta.―Ah, y por favor no te quedes aquí hasta muy tarde, hace frío.

―Sí.

JiMin siguió su camino y cerró la puerta.

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Dejó sus lentes de descanso a un lado y frotó sus cienes con cansancio. Eran las dos de la mañana y moría de sueño.

Amo mi trabajo, amo mi trabajo, amo mi trabajo...

Cenizas de un Amor | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora