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Un miércoles promedio para Kara consistía en una conferencia por la mañana, un almuerzo poco después, otra conferencia por la tarde, y luego un período abierto para que sus estudiantes vinieran y le hicieran cualquier pregunta que pudieran tener sobre cualquier cosa.

Sin embargo, Kara no se quejaba de la tranquilidad. Tuvo la oportunidad de calificar la tarea que no pudo hacer anoche. La tranquilidad también le dio tiempo para pensar, y Kara no estaba particularmente contenta con eso, ya que sus pensamientos generalmente se dirigían a cierta mujer con ojos verdes embriagadores y labios ridículamente gruesos. Kara ladeó la cabeza de repente, tratando de sacudir la imagen de los labios de Lena. Eran demasiado molestos.

Progresó lo suficiente como para justificar un descanso, mirando su móvil por primera vez en unas horas. Sonrió cuando un mensaje de Lena apareció en su pantalla, "mándame un mensaje cuando estés libre." Lo hizo.

Lena le envió un mensaje de texto unos minutos después, "Estoy a punto de terminar de limpiar un desastre en el laboratorio, iré cuando termine. ¿Necesitas algo?"

Kara no podía pensar en nada, así que se negó. Se alejó de su escritorio, se levantó para estirarse, dejando escapar un gemido de satisfacción. Podía sentir que sus huesos suspiraban de aprobación, y se enderezó para pararse al lado de una ventana, disfrutando de cada onza de sol que podía obtener al estar encerrada en su salón de clases. Era finales de la primavera, las clases casi habían terminado. Tenía la meta de leer más de veinte libros nuevos durante el verano, y no podía esperar para empezar.

Estaba en el proceso de revisar una lista mental de títulos de libros cuando Lena entró, golpeando suavemente la puerta para llamar la atención de Kara. "¡Hey! ¿Cómo fue el fiasco del laboratorio?"

Lena entró y pronto se unió a Kara por las ventanas que dan al lado del salón, "uno de mis estudiantes estornudó frente a un vaso precipitado con cloruro de tionilo, y el vaso explotó. Tuve que pasar toda la mañana ahogando todo mi laboratorio en agua."

Los ojos de Kara se abrieron de par en par, "oh, wow... ¿alguien salió herido?"

Lena se encogió de hombros, "no fue suficiente para hacer que el vidrio fuera a todas partes, simplemente se rompió en un montón de lugares diferentes y, ya sabes, se vino abajo." Se apoyó en el alféizar de la ventana y vio cómo los árboles de fuera se movían con el flujo del viento, "los bomberos tuvieron que venir, pero nadie resultó herido. Me las arreglé para contener el derrame."

Kara tarareó, aliviada al oír que nadie resultó herido. Ella había tenido su cuota de accidentes de laboratorio, pero tuvo la suerte de tener vasos de precipitados agrietados.

Se quedaron en silencio por un momento, ambas mirando el mundo al otro lado de la ventana. Una carretera llena de coches tratando de salir del campus por el día, estudiantes caminando en grupos de vuelta a sus casas, hojas luchando por aferrarse a las ramas, un par de ardillas corriendo por la hierba. El mundo exterior parecía ocupado, sin embargo era tan tranquilo en esa habitación. Kara se preguntaba si Lena pensaba en las mismas cosas, si pensaba que el silencio de la habitación se oponía al ajetreo de todo lo que les rodeaba, incluyendo sus pensamientos.

Miró a Lena para ver si podía ver algún indicio de que lo estaba, sus ojos se arrastraban por la pendiente de su nariz, luego la curva de su mandíbula. Vio el bulto que se formaba en la mandíbula de Lena cuando se apretaba y se encontró con esos ojos verdes un momento después. "Necesito decirte algo."

Kara parpadeó unas cuantas veces ante el cuidado de las palabras de Lena, sus cejas se arrugaron intensamente por la preocupación, pero un indicio de algo más que Kara no pudo ubicar. ¿Desesperación, tal vez? Aunque, Kara no podía pensar en ninguna razón por la que Lena estuviera desesperada o algo así. Se dio cuenta que Lena seguía mirándola con esa misma expresión y recordó que le habían dicho: "Oh, sí... claro. Adelante." Se giró para mirar a Lena, dándole toda su atención.

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