Todo el mundo tiene un precio

231 22 0
                                    

Después de la que hemos montado en el hotel nos llaman la atención en recepción. A mí se me cae la cara de vergüenza, pero a YoonGi parece entrarle por un oído y salirle por otro. Hay que reconocer que la culpa ha sido mía, sólo mía.

Nos empezamos a vestir con esos trajes de pingüino que nos ha traído el señor para la entrega de premios mientras hablamos de lo divino y lo humano. Hay que reconocer que la piel se ha quedado fantástica después del masaje exfoliante que nos hemos hecho. Cero grasas, cero impurezas, cero puntos negros, cero. Nada de nada, incluso parecemos más jóvenes.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —le digo a mi acompañante.

—Ya la estás haciendo.

—Te hablo en serio.

—Dispara —me dice.

—Bueno en realidad hay dos cuestiones que me han quedado sin resolver en todas las charlas que hemos tenido para documentarme para el libro.

—¿Cuáles son?

—La primera es que tú no escondes que te has prostituido.

—No, claro que no —me dice.

—Déjame terminar —le interrumpo—. El caso es que me dijiste que si alguien te ofrecía una buena suma de dinero, no tenías ningún problema en irte con él a la cama, ¿no es cierto?

—Jimin, tú no tienes que ofrecerme dinero para follar conmigo y menos después de cómo te portaste la otra noche —me dice picarón mientras me rodea con sus brazos.

—Estate quieto, que vas a arrugarme la camisa —le digo—. Lo que quiero saber es si tú le has pagado a alguien alguna vez para que se acostase contigo.

—¿Si me voy con chaperos?

—Sí, algo así.

—Estate quieto, que vas a arrugarme la camisa —le digo—. Lo que quiero saber es si tú le has pagado a alguien alguna vez para que se acostase contigo.

—¿Si me voy con chaperos?

—Sí, algo así.

—Tengo que admitir que desde que soy actor porno puedo acostarme con el tío que me propongo porque, tal y como ya te he contado en alguna ocasión, a veces les da más morbo acostarse con el actor, con el personaje, que conmigo mismo. Pero también tengo que admitir que alguna vez he sentido curiosidad por saber qué se siente cuando le pagas a alguien para que te haga lo que tú quieras.

—¿Eso es un sí? —le pregunto directamente.

—Sí —responde con naturalidad

—¿Y cómo fue?

—Pues sólo han sido un par de veces. En una de las discotecas que estuve trabajando había unas relaciones públicas que decía que era hetero. Tenía unas pintas de marica impresionantes en cuanto a la forma de vestir y todo eso, pero luego es cierto que no tenía ni pizca de pluma. Una de las veces, estuvo toda la noche calentándome la polla. Él sabía que me gustaba, porque yo no paraba de mirarle y él me devolvía la mirada y me sonreía. Estuvimos así tonteando toda la noche y una de las veces que coincidimos en el baño, yo me abalancé sobre él con la intención de besarlo. Él puso su mano en mi boca y me dijo que no fuese tan rápido, que su cuerpo tenía un precio. A mí me dio mucho morbo el hecho de ser rechazado y más sabiendo que si le pagaba podría tirármelo. Así que al cerrar la discoteca me lo llevé a casa. Le pagué creo que fueron treinta euros y me echó un buen polvo —me cuenta YoonGi.

—¿Sólo treinta euros? —pregunto.

—No recuerdo bien, pero te aseguro que no le pagué más de cincuenta, de eso estoy seguro —explica YoonGi haciendo memoria—. Mes y medio después aproximadamente, apareció en la discoteca con unos vaqueros muy ajustados, que le marcaban un culo increíble. Desde que lo vi aparecer así, me entraron ganas de meterle la lengua en el culo y saboreárselo durante toda la noche, así que cuando pude, me acerqué a él, lo rodeé con mis brazos por la espalda y le dije al oído que iba a comerle el culo hasta que lo tuviese bien abierto y luego me lo iba a follar hasta que pidiese por favor que parara. El tipo sonrió y dijo algo así como «ya sabes que hay un precio». A mí lo que realmente me daba morbo de todo esto es que al ser yo el que pagaba, me sentía poderoso, el dueño de esa persona durante un rato; podría hacer con él lo que realmente me diese la gana porque para eso le estaba pagando. Por supuesto accedí y pagué. Pero nunca más. No por prejuicios, sino porque las ofertas para follar a cambio de dinero normalmente me las suelen hacer a mí.

Cuando Todos Duermen - Yoonmin (finalizada) Where stories live. Discover now