'𝐀́𝐍𝐆𝐄𝐋ーMinsung

tribus

El dolor en su cuerpo no era nada comparado con el de su pobre alma.

"Serás castigado"

Fue lo último que dijo su rey antes de transportarlo hasta unos de los calabozos.

Aquel ángel lloraba escondiendo su inusual rostro entre sus manos mientras protegía su frágil anatomía con sus alas.

La perfección estaba tan marcada en el paraíso que hasta una hada diminuta desprendía más perfección que él. Y por ese motivo, era juzgado como un pecador, alguien sin una pizca de bondad.

ーNo merezco vivir... ーJisung sollozó desde lo más profundo de su ser, implorando para que su Dios le arrancará el alma y lo salvara de está condena.

Pero sabía que nadie lo haría, su destino estaba tan marcado como el destino de un impuro; vivir para sufrir la causa de sus imperfecciones.

ーNo mereces vivir aquí, ángel ーle susurraron al oído.

Jisung se sentó rápidamente juntando sus rodillas contra su pecho, con la respiración agitada y dirigiendo su mirada rápidamente hasta su izquierda donde la voz extraña había soñado. Era la misma voz profunda que le había susurrado al oído antes de ser juzgado.

No podía ver nada, tan solo aquellos barrotes de acero que le impedían escapar. La celda estaba tan blanca y pura que parecía que lo único erróneo era su presencia.

«Debo estar alucinando» pensó.

ーNo lo estás ーsusurraron nuevamente.

ー¿Q-quién eres?ー Jisung pego su cuerpo casi al borde de los barrotes.

El miedo y la desesperación gobernaba sus ser. No sabía quién le estaba hablando o si era algún castigo propuesto por su señor. Hasta que un humo oscuro comenzó a nacer desde el suelo, manchando la perfectas losetas blancas.

Un ser con alas de un color negro noche y una mirada roja como la sangre surgió de aquel humo acercándose con pasos lentos hacia él.

Se arrodilló hacia el ángel y le tendió una de sus blanquecinas manos.

Jisung observó aquellos ojos rojos y el demonio observó los dorados y brillantes ojos del ángel.

ーDeberías escapar de este infierno llamado paraíso e ir a mi paraíso llamado infierno ーdijo el demonio antes de tomar al ángel en sus manos y desaparecer del lugar en un instante.