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Minho tomaba por la cintura el cuerpo del ángel plácidamente dormido. Aquel blanquecino cuerpo ahora estaba lleno de mordidas y marcas violetas en toda la extensión de su cuello y abdomen.

Las marcas de sus colmillos se veían hermosas en la fina clavícula de Jisung.

Era el ángel más hermoso que había visto. No tenía duda. Jisung era particularmente perfecto en todo sentido. Desde las aperlada de sus alas hasta el último mechón naranja de su cabello. Era completamente perfecto.

Los ojos del ángel se abrieron lentamente, su mirada fue a parar hasta el demonio que estaba sentado al borde la extensa cama con solo unos finos pantalones negros.

Jisung encogió su cuerpo, tapó su desnudo pecho lleno de marcas con las frazadas de terciopelo casi intentando tapar su rostro rojizo. Sin embargo, no pudo completar su fallido escondite gracias al dolor que sintió desde la parte baja de su espalda.

Dolía demasiado.

Jisung soltó un pequeño gemido de dolor, trató de tapar su rostro pero le fue imposible porque el demonio ya lo había cargado hasta su lado.

—¿Estás bien? —Minho susurró.

Jisung se estremeció y asintió con timidez— Sí...

—Mandaré a alguien para que prepararé algo para ti — aviso rápidamente dejando un beso en la cabellera del ángel —. Calmará el dolor. Vuelvo enseguida.

Minho se paró de la cama estirando sus fuertes articulaciones desplegando levemente sus grandes alas negras. Jisung se sonrojó inmediatamente al ver su cuerpo, pero lo hizo aún más cuando vio las pequeñas marcas de sus uñas marcadas en la espalda de Minho.

El ángel se quedó solo en la habitación.

Pudo darse cuenta de lo que había hecho.

La tentación había gobernado su cuerpo.

La pasión lo había dominado.

Jisung recogió sus piernas tratando de no llorar.

¿Qué había hecho?

Le entregó su cuerpo a un demonio. Y en la noche no parecía no importarle en lo absoluto, porque sentía la necesidad de seguir entregándose, de seguir sintiéndose bien por primera vez en su corta vida como ángel.

Se sintió amado tan rápido que la culpa que emanaba ese amor cayó en una desilusión.

En arrepentimiento.

Pero ese sentimiento no se iba de su cuerpo, el sentirse querido y amado lo habían hecho caer. Y al mismo tiempo, esa conexión que tenía con el demonio hacía que sienta ese sentimiento de querer en su pecho; en su ser.

Había marcado su destino con tan solo permitir que ese demonio clavara sus colmillos en su cuello. Creando una conexión de sangre inmediatamente, una conexión que los atrapaba hasta que uno de los se negara a seguir teniéndolo.

Era un impuro.

Un ángel que no merecía el amor de su Dios. Había pasado toda su vida creyendo y adorando a un ser que le proclamaba que hacer y qué reglas seguir. Era de esperarse que aquel sentimiento de haber hecho algo mal naciera de su ser.

Era su naturaleza.

Jisung había nacido como un ángel, alguien que inmediatamente era nombrado servidor de un Dios.

El sentimiento de traición era casi imposible que no apareciera en su ser.

Y cuando Minho entró a la habitación pudo ver en los ojos dorados de Jisung ese arrepentimiento que mentiría si dijera que no lo esperaba.

Minho dejó la bandeja llena de comida a un lado y se sentó a la par de Jisung.

Jisung se sintió tan pequeño a su lado.

Minho era como dos cabezas más grande que él. Sus fuertes músculos y gran tamaño lo hacían ver intimidante. Jisung se encogió, envolviendo su cuerpo con sus alas.

Minho no lo miraba, mantenía la mirada al frente, mostrando su perfecto perfil y hermoso rostro. El demonio colocó sus brazos atrás dejando caer su cuerpo levemente.

Nadie decía nada y eso hacía más incómoda la situación, pero aún así, su silencio decía todo.

Minho extendió su ala derecha acercando el pequeño cuerpo de Jisung, protegiéndolo como había prometido. Lo acunó en sus alas escuchando sus sollozos, tratando de que ese sentimiento de tristeza gobernara su ser.

—¿Te arrepientes? —dijo Minho sin mirarlo.

Jisung se quedó en silencio por unos momentos— Le he fallado a mi Dios.

Minho rió sarcástico— ¿Es enserio? Te arrepientes.

—N-no —susurró el ángel.

Quería pensar que Jisung no se había arrepentido.

Pero al ver las lágrimas bajar por sus mejillas mientras repetía: Soy un pecador, lo llenaba de tristeza.

—No sé porque me siento así. E-esto me carcome, no quiero dejarlo, pero siento la necesidad de pedir perdón —dijo Jisung ante el silencio del demonio.

— Prometí protégete, porque lo sentí en mí. Algo me llamaba a ti cada vez que pisaba el cielo, verte escondido en tus alas mientras eras juzgado por tus hermanos, hacía querer bañarme las manos de sangre angelical con el propósito de que ya no sigas llorando ¿Quieres seguir? Haré lo que quieras hacer.

—Necesito pedir perdón, por favor — Jisung junto sus manos casi como si le estuviera rogando.

Minho separó sus manos — No ruegues. Eres dueño de tu vida, no tienes porque pedir un permiso con respecto a una decisión que afecta tu vida.

—No puedo hacerlo. Tan solo... —Jisung tapó su rostro después de haber hablado.

Minho alejó sus alas del cuerpo del ángel, dejando al pequeño ser con un sentimiento de vacío y desprotección en su cuerpo.

La conexión de ambos estaba siendo dejada por uno.

Estaba rechazando la conexión de sangre que los marcaba.

—Puedes regresar a tu cielo — dijo Minho —. Si eso es lo que deseas no soy quien para impedirlo.

Jisung lo miró con su corazón apunto de quebrarse— Y-yo no quise...

Minho se paró de la cama y le dio la espalda— Te regresaré con quiénes añoras estar. Regresarás al cielo si es lo que tanto deseas.




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'𝐀́𝐍𝐆𝐄𝐋ーMinsungWhere stories live. Discover now