quinque

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"Me estoy desplomando con solo probar el veneno del paraíso"

Las lágrimas en los ojos del ángel salían sin su voluntad. Los pequeños espasmos hacían que su cuerpo se estremeciera ante los toques inapropiados que aquel demonio brindaba sobre su cuerpo.

Su rostro se encontraba apoyado contra una suave superficie llena de almohadas y finas telas que hacían que su desnudo cuerpo se retorciera con toda comodidad mientras el demonio se encargaba de morder y lamer toda su espalda.

El pecado lo estaba cegando y le encantaba.

Sus pensamientos estaban en todas partes menos en lo que "estaba bien". Y era un ángel pecador, pero no importaba, nada importaba en estos momentos cuando sentía las manos del demonio tomar su rostro y voltear su cuerpo para poder besarlo con tanta rapidez que casi devoraba sus sangrantes labios que pedían más a pesar del dolor.

—¿Cuál es tu nombre, ángel? — el demonio subió los blanditos muslos del ángel hasta sus caderas mientras preguntaba sobre los labios del ángel.

—Ji-jisung —el ángel apenas pudo formular su nombre ya que los pequeños espasmos de placer le impedían hablar con normalidad— Quiero saber e-el tuyo...

—Minho —dijo el demonio.

Los ojos de Minho se volvieron aún más rojos y brillos. Jisung pego sus labios desesperados hacia los de Minho casi chocando sus dientes. El demonio sonrió de lado mordiendo los abultados labios del ángel.

Minho recorrió con sus manos la espalda baja del ser de luz mientras el último arañaba con sus pequeñas uñas la espalda tonificada del demonio justo cerca de sus alas.

Todo aquello era tan prohibido a los ojos de Dios.

Pero estaban en el Inframundo donde todo lo que no se podía hacer en el cielo se podía hacer allí.

Y ellos estaban haciendo el amor.

Minho; aquel demonio condenado a pasar toda su vida en el Inframundo, aquel denominado la mayor escoria que el paraíso pudo albergar, ahora salvaba de su propio infierno a aquel ángel que al mismo tiempo lo salvaba a él.

Y así, el demonio clavó sus colmillos en ambas partes de las clavículas del ángel sintiendo la sangre angelical bañar sus papilas gustativas y desbordar por su cuello como finas tiras de líquido rojizo mientras penetraba al ángel y hacía que ambos se pierdan en su paraíso soñado.

Jisung era suyo.

Porque ahora la sangre impura de ambos recorría sus sistemas como un sello de vida eterna demostrando que ambos se pertenecían en cuerpo y alma. Aunque sus especies sean totalmente opuestas.

—Eres mío —susurró el demonio al mismo tiempo que el punto máximo del placer mundano recorría sus cuerpos.

Ahora ambos compartían el mismo pecado.





Ahora ambos compartían el mismo pecado

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→Belu

'𝐀́𝐍𝐆𝐄𝐋ーMinsungWhere stories live. Discover now