Capítulo 45

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La semana pasó entre discursos por parte de los profesores que ya comenzaban a ponerse melancólicos, salidas entre compañeros al cine y entrenamientos intensivos en Natación. Realmente fue muy intensa, pero por fin era fin de semana de nuevo, hoy Adam haría la fiesta por el cumpleaños de su novia en casa, mis padres habían vuelto el jueves a la Capital del país por lo que la casa estaba libre. Junto a los chicos ayudamos a que todo esté en orden, compramos la bebida, comida y algún que otro aparato para poder celebrar de mejor manera.

La música sonaba por los parlantes del nuevo equipo que se había atrevido a conprar Adam, me dolía mi cartera de solo pensar en cuánto dinero habia gastado en aquello, pero bueno, suerte mía que no lo tuve que pagar. Los chicos se divertían como niños al ritmo de la música, apenas eran las siete, la fiesta comenzaría oficialmente a las diez.

Cuando terminamos de ordenar todo decidí ir a darme una ducha, me sentía pegajosa por el sudor. Tardé alrededor de cuarenta minutos en ducharme, hacía mucho que no me tomaba mi tiempo, el agua caliente realmente relajaba mis músculos haciendo que mi cuerpo pareciera estar flotando. Salí y me vestí con un vestido corto de flores, la falda caía hasta mis rodillas en un volado poco pronunciado, me puse mis zapatillas blancas y dejé que mi pelo se secara. Me tiré en la cama y cerré mis ojos.

– Mía, dice Adam que si puedes acompañar a Salvador a comprar unas cosas que olvidamos – entró David sin siquiera golpear la puerta, asentí.

Bajé junto a él y me encontré con Salvador jugando con las llaves de su auto en la mano, a veces me preguntaba por qué Salvador seguía andando en el auto de Adam si él tenía uno propio... ¿Para ahorrar en gasolina?.

– Nos hace falta las cosas que están marcadas en la lista – mi hermano me entregó un papel con una sonrisa de lado – Ten, el dinero – entregó su billetera.

– Espero que por lo menos me pueda comprar unas papitas extra grande – balbucee, él rió mientras asentía.

– Está bien, también puedes comprarte un paquete de papas – aceptó.

Salimos de casa con el grandulón, las cosas con él no habían cambiado ni para bien ni para mal, realmente ya me habia resignado y solo dejaría que todo fluya, aunque me resultaba un tanto incómodo estar cerca de él. Hace aproximadamente dos semanas atrás encontré a Christian hablando muy sigilosamente con David sobre Salvador, decían que últimamente iba de mujer en mujer cuando él nunca había sido así, eso en definitiva me puso muy triste, saber que el chico al que amaba estaba fuera de control me causaba mucho malestar, y más sabiendo que ya no estaba en posición de decir o hacer algo al respecto.

Nos subimos al auto que ya conocía y condujo en silencio, el ambiente no era tenso ni incómodo, tampoco era como que le prestaba atención, simplemente miraba por la ventana el cielo dorado a punto de volverse oscuro, sentía el viento chocar con la palma de mi mano, la brisa era tibia. ¡Amaba la primavera!.

– ¿El bebé de tu tía ya nació? – preguntó repentinamente. Con toda la movida que habian pasado estos últimos meses simplemente olvidé por completo la felicidad al enterarme que eran mellizos.

– ¡Siii! Tengo fotos en mi celular, son dos, una nena y un nene, realmente son muy lindos – hablé emocionada por por fin tener primos.

– Ellos se mudaran acá, ¿no?.

– Si – mi ánimo decayó – Semanas antes de la entrega de diplomas ellos esperan poder adaptarse, creo que hubiese sido mejor que vinieran antes de que esas dos bestias nacieran o esperar a que ellos sean un poquito mas grandes, realmente no lo sé.

– ¿No te gusta la idea de que se muden? – inquirió dándome una mirada fugaz.

– ¿Ehh? ¿Por qué lo dices?.

El amigo de mi hermanoWhere stories live. Discover now