El amigo de mi hermano

Epílogo

Ocho años después

Después de visitar a mi familia estaba tan agotada que no quise conducir en la noche a mi departamento a 20 kilometros de aquí, por lo que decidí ir a un bar y luego me quedaría donde mis padres a dormir, saldría mañana a primera hora.

Manejé en busca del bar adecuado, tomaría solo un poco, tal vez conocería el amor esta noche... Broma, broma. Uno con cartel de show en vivo llamó mi atención, estacioné en el único lugar libre y bajé con mi billetera en mano.

– Identificación – habló el hombre de entrada con voz gruesa – Pase Señorita Morrison.

Entré y el show aún no había empezado. Que suerte. Tomé asiento en la barra y ordené un mojito junto a unas papitas para acompañar. Debo admitirlo el barman era muy apuesto.

La banda comenzó a sonar, el chico castaño que parecia bastante pequeño en edad pero era muy talentoso, su voz era hermosa y tocaba genial la guitarra.

– ¿Quiénes son ellos? – me atreví a preguntar.

– Es la banda de un amigo, pero aún no tienen nombre.

– Y el pequeño de la guitarra ¿quién es? – se encogió de hombros.

– No lo sé, lo único que sé es que va a secundaria al igual que el pelinegro de la esquina – asiento ligeramente.

Cuando la banda termina de tocar aplaudo con todas mis fuerzas, quizá ya estaba pasada de tragos, pero es que eran muy buenos.

– ¿Puedo invitarle un trago señorita? – una voz muy varonil suena a mi lado, me giro y lo primero que me encuentro es a un tipo con traje de soldado, su cara, esa cicatriz en la ceja... La imagen de Salvador joven golpeado por Adam se cruza en mi cabeza.

– ¿Salvador? – sonríe mostando sus dientes.

– El mismo princesa.

La banda de antes toca una canción más llenado el silencio que se había establecido entre nosotros mirándonos con una sonrisa y hablandonos con la mirada.

Mientras mas viejo el vino mejor se pone dicen los que saben.

– Te esperé... – es lo primero que sale de mis labios.

– Perdón por hacerte esperar tanto tiempo.

Fin.

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