Una laguna y un banquito de madera.

40K 2.5K 109
                                    


#Mía

- ¡Vamos mamá! ¡Vamos a verla!- Escucho decir a mi hija mientras pega saltitos en su sillita.

-Vamos nena. -Marcos me extiende la mano desde su lado, la cual tomo con un poco de indecisión. Sus ojos y los míos queman cuando se encuentran, adiós mío, ¿qué he hecho para merecer un hombre así?
Abro la puerta del copiloto para salir de ella, y es entonces cuando me doy cuenta de la locura que ha cometido Marcos esta vez Por nosotras. La casa es enorme, y por fuera está pintada de blanco, con grandes ventanales y un porche en el que sentarse a ver el atardecer.

-Estoy segura que desde hay sentada -digo señalándole los sillones del porche - se puede ver todo el camino de entrada, las flores y el atardecer.

-Sé lo mucho que te gusta. -Suspiro sabiendo que lleva razón. He pasado incontables atardeceres abrazada a él sentada en sus piernas, en mi sillón rojo, e incluso en el capó de su coche.

-Es preciosa -le digo abrazándome a mí misma mientras apoyo la acabes en su hombro.

- No quería la típica casa moderna de millonarios donde lo primero que ves nada más entrar son todos los coches que tienen. Eso lo tenemos en la planta subterránea, un parking propio.

- ¿Estás de broma? -Le digo completamente perpleja. Quiero decir, sé que Marcos además de muchos coches, también tiene obsesión por ellos y dinero para comprarlos... pero me abrumaba tanta ostentación.

-No pienso vender mis coches cielo, así que tendrás que acostumbrarte. Esta casa podría haber sido mucho más grande y lujosa, pero sabía que no te sentirías cómoda si fuese así. - ¿Más grande y lujosa? ¿Qué quiere? ¿Vivir en un palacio?

-Casi ni me puedo creer que hayas comprado una casa sin decirme nada.

- Sólo es una casa.

-No que va, es mucho más que eso.

-A veces no entiendo a tu madre -escucho decir a mis espaldas. Pero no me importa, no estoy enfadada ni mucho menos, pero todo esto es demasiado, resulta casi molesto que lo haya hecho a mis espaldas.
Comienzo a seguir el camino para coches alrededor de la casa, y es entonces cuando veo las la entrada a lo que supongo que será el parking. Decido pasar de eso y seguir caminando, y entonces llego a la parte trasera de la casa, con una enorme piscina y zona chill out, barbacoa de obra, mesa con sillas de exterior, mucho césped, flores rodeando toda la casa, árboles... ¿cuánto terreno había comprado?

-¡Una piscina! ¡Tenemos una piscina papá! ¡Quiero meterme! -Olivia intenta bajarse de los brazos de su padre, pero este gracias a Dios, no se lo permite.

- Mejor terminamos de ver la casa y luego nos bañamos los tres, ¿sí? -Mi hija asiente y levanta su mirada hasta encontrarse con la mía.

- ¿Te gusta mami?

-Me encanta -respondo abrazando a ambos. Marcos no tarda en rodearme con su brazo libre y pegarme a su cuerpo mientras me deja un corto beso en los labios.

-Bien, vamos - dice de repente tirando de mí.

- ¿A dónde? -Pero Marcos no me contesta, él solo camina hacia delante aún con Olivia en brazos y mi mano entrelazada con la suya. A medida que nos vamos acercando a los arbustos que rodean la casa, me fijo en que entre ellos hay un portón. -¿Esto también es nuestro?

-Sí.

-Vaya -susurro. Pero estoy segura de que ambos me han escuchado.

Cinco minutos más tardes empiezo a ver un pequeño parque para niños hecho de madera. Y es entonces cuando pienso en lo feliz que le va a hacer eso a nuestra hija, que todavía no se ha dado cuenta.

- ¡Ahh! ¡Papá bájame! ¡Bájame!- Marcos se ríe a carcajadas y ayuda a Olivia a bajarse. En menos de dos minutos ya está tirándose por toboganes y escalando por sí misma. Y por más que le grito que tenga cuidado, ella hace caso omiso a mis palabras.

-Déjala que juegue. Has estado tan pendiente a ella que te estás perdiendo mi parte favorita de la casa. - Me giro para verle cara a cara, y es entonces cuando caigo en lo que dice. Hay una pequeña laguna detrás de él donde se ve reflejado el sol, y un banco frente a esta. Si miro un poco más cerca, está él antes que todo eso, con las piernas ligeramente abiertas y las manos metidas en los bolsillos delantero de su pantalón, analizando cada mínimo gesto de expresión que ponga.

-Estás loco.

-Adiós a ver el atardecer y las estrellas desde un enano y feo sillón rojo -me dice descojonandose.

- ¡Eh! ¡Mi sillón no es feo! -Él sigue riéndose mientras envuelve sus brazos en mi cuello, así como yo los míos en su cintura, y me pongo de puntillas para darle un beso en condiciones. No sé merece menos.

- ¿Entonces te gusta la casa? -Está tan esperanzado por mi respuesta, que cualquiera que lo viese no creerían que es él. De cara al público era un hombre serio, y hace un tiempo también mujeriego. Ahora era cabeza de familia y el hombre de mi vida.

-Me encanta la casa, y no siquiera la he visto por dentro.

- ¿Sabes porqué me quedé con ella? -pregunta abrazándome desde atrás, con mi espalda en su pecho y sus brazos rodeándome el cuello.

- ¿Porqué? -susurro cerrando los ojos, aprovechando el calorcito del sol. Lo bien que se está aquí... puedo oír a los pájaros cantar.

- Porque cuándo Ramón me enseñó las foto, me di cuenta al momento en que todas eran mejores que esta. Hasta que vi la laguna. Te imagine al instante sentada conmigo el resto de nuestra vida, con Olivia, con dos, tres niños, sin ellos, los dos solos.

-Es perfecto.

- ¡Olivia ven! -le llama su padre. Y enseguida está a nuestro lado, con cada una de su pequeñas manos abrazada a las nuestras y andando hasta el blanquito de madera.

- ¿Qué pasa papi?

-Vamos a sentarnos. -Me siendo con Olivia en brazos, quien ya se han manchado toda la ropa blanca de arena, y Marcos no tarda en rodearnos. Ninguno dice nada, estamos solos y abrazados los tres. Creo que ya tengo sitio favorito yo también.

VOLVER A TENERTE. (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora