Capítulo 11

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Me encontraba en la cafetería sentada en una mesa con Mía. Estábamos hablando de temas varios, pero sobre todo, del grupo de baile. Ella me había pedido que pensara sobre ese tema, según ella no podía haber dos grupos y debía decidir con cuál quedarme.

—Venga, Laia, decídete, ¿en qué grupo te quedas?

—Bueno, lo he estado pensando mucho...

—Sí, ya sé, ya sé... No digas nada, te quedas con Marizza como ha hecho Luna.

—Pues no, me quedo contigo.

—¡Genial! ¡Estar conmigo es la mejor decisión! —se alegró tanto que se levantó de su silla para darme un fuerte abrazo.

Cuando terminó, se sentó de nuevo y la puerta de la cafetería se abrió. Feli llegó corriendo hasta nuestra mesa con un papel en la mano.

—¡Chicas, chicas, chicas! Encontré el nuevo diario trucho del colegio.

No, por favor, otra vez no.

—A ver qué dice.

—Se ha formado una nueva pareja en el Élite Way School, parece que el alumno Tomás Ezcurra tiene una enamorada —comenzó con una sonrisa, y Mía la imitó.

—No te puedo creer.

—A ver, sigue leyendo —le metí prisa.

—Se lo vio salir de la mapoteca con un grabador bajo el brazo y, evidentemente, estuvieron escuchando música romántica. Cuando se pudo ingresar al lugar, dentro de la mapoteca, se encontró restos de velas consumidas que sugerían un clima romántico y perfume de mujer. ¿Quién es la enamorada secreta?

Vale, genial: no hablaba de mí. Así que Tomás había estado con una chica... ¡Vamos, me iba a dejar en paz!

— Ay, déjame seguir a mí —Mía le arrebató el diario de las manos para continuar leyendo— Atención, tengan cuidado con las becadas. Además de todos los defectos que naturalmente las adornan, encima alguna de ellas tiene piojos. Se encontró un bote de mata piojos en el cuarto de Marizza —leyó preocupada y, al finalizar, se giró hacia mí—. Mmm... ¿No serás tú la de los piojos, no?

—¿Qué? ¡No! Eso es mentira... —Intenté pensar rápidamente en una buena mentira— Lo que pasa es que Luna le estaba haciendo los pies a Marizza y usó una loción que es para suavizar la piel, pero piojos no... —No se podían enterar de que teníamos un niño escondido en la habitación y que, encima, tenía piojos—. Bueno, sigue leyendo Feli.

—Atención, porque esto no se termina aquí. ¿A que no saben la última? Se ve que los padres de Laia Martín trabajan en una fábrica. Pero no en una fábrica cualquiera, una fábrica de papel higiénico. Claro que, se excusa diciendo que es una de las marcas más vendidas mundialmente. A pesar de ser uno de los trabajos menos glamurosos que hay, ella se siente bastante orgullosa de ello y no le da pena decirlo en voz alta. ¿Será que detrás de esa fachada de justiciera en verdad se esconde una persona avergonzada de sus padres?

¿Qué coño? La gente de este colegio estaba mal de la cabeza. Muy, muy mal. ¿Cómo ibas a escribir eso como si fuera la mayor tragedia del mundo? Madre santísima.

—¿Es eso, cierto? —preguntó Mía— ¿Tus padres trabajan allí?

—Sí.

—Pero... Yo creía que tus padres eran empresarios o algo así, y que la empresa era suya.

—No —me extrañé—, ¿de dónde sacaste eso?

—Mmm, no sé —respondió confundida—. Supongo que lo escuché en algún lado.

—Ahora que lo decís, a mí también me suena algo de eso, creo que también lo escuché por alguna parte.

—Bueno, pues no es cierto. Yo nunca mentí sobre el oficio de mis padres, pero tampoco me preguntaron —me excusé—. Si lo hubieran hecho, habría contestado tan tranquilamente. Supongo que alguien entendió mal y se pensó que ellos eran los dueños... Pero da igual.

—Bueno, Feli, seguí.

—Noticia de último momento, tenemos un detective secreto entre nosotros. Obviamente, es Guido Lassen, ya conocido por meter sus narices en todo. ¿Qué fue a buscar Guido en el cuarto de Mía?

—¿¡Qué!? ¿Cómo que ese tarado entró en mi habitación?

Y se fue. Así como haría yo también; ya había terminado de comer y no me llevaba demasiado con Feli, así que era ridículo seguir allí cuando podría estar en otro sitio mucho más a gusto.

Caminé por el pasillo hasta llegar a las escaleras para subirlas. En el recibidor estaban varios alumnos del curso hablando tranquilamente, pero no me interesaba juntarme con ellos ahora mismo. También vi a mi hermana a lo lejos con sus nuevas amigas, y por supuesto, ella también me vio a mí. Le di una pequeña sonrisa a modo de saludo y empecé a subir escalones para llegar a la habitación, seguramente ese era el sitio donde podría estar más tranquila.

Pero, como no, me equivocaba. ¿Cómo iba a estar relajada en un sitio donde había tres adolescentes gritando histéricas?

—Marizza, cálmate, por favor.

— ¿Qué te pasa? —pregunté con preocupación, solo esperaba que no fuera culpa mía y se pusiera a gritarme también.

En verdad, tal vez debería no meterme demasiado en sus movidas. Solo iban a traerme problemas, y aunque me importaban ellas, debían aceptar que de todo hacían un problema. Cuando fuera uno de verdad, me sumaría sin pensármelo; pero si solo era un plan para joder a los compañeros de clase porque se aburrían, prefería no acoplarme. Puede sonar egoísta y todo lo que quieras, pero es la verdad.

—¡Es que mira si Pablo le pegó! ¡O si Nachito se fue corriendo porque le dio miedo!

—¡Te quieres tranquilizar, por favor! No entiendo nada.

—Pablo ha amenazado a Marizza diciéndole que se va a chivar de lo de Nacho —explicó Luna.

—¿Cómo sabe lo de Nacho?

Estaba perdida, ya había llegado a un extremo en el que no me contaban nada. No porque yo les dije que no quería, sino porque no se acordaban de contármelo. Y no me quejo, que quede claro.

—Porque Pablo estaba lastimando a Marizza y Nacho salió para defenderla.

—Pero, Marizza... Tienes que calmarte, con ponerte así no ganas nada.

—Te tiene agarradísima —se sumó Luján.

—¡Agarradísima los pomelos! Yo no me voy a rendir tan fácil.

—Si quieres mi opinión... No te enfades, ¿vale? Si me quieres hacer caso bien, y si no, también. Creo que es lo que tienes que hacer: rendirte. Hay un límite, y si no paras lo vas a cruzar. Déjalo en paz a él y él te dejará en paz a ti. ¿O qué te pasa? ¿Por una cuestión de orgullo vas a poner a Nacho en peligro?

— Laia tiene razón —aseguró Luján—, no pongas en peligro a Nacho por un capricho tuyo.

Inolvidable || Rebelde WayWhere stories live. Discover now