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Draco no puede creer que estén haciendo lo que claramente están haciendo

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Draco no puede creer que estén haciendo lo que claramente están haciendo. Ni que sea Potter quien lo ayude.

Por Merlín, aquel viaje no podía ponerse más extraño.

Por si todo el asunto de la falta de elfos, y la revelación, a mitad del trayecto, de que también tendría que recoger su comida y cooperar con el orden y limpieza del comedor, no fue suficiente para sacarlo de quicio, Potter lo había arrastrado hacia una roca enorme en el terreno del colegio, a la que no vio ninguna función, hasta que dos toques con los dedos abrió una abertura en el centro que daba hacia unas escaleras.

Miracruz tenía acceso directo a un pueblo subterráneo. Lo irónico es que parecía más fresco allí abajo y Draco comenzaba a considerar seriamente pedir un cuarto en cualquiera de los agujeros y túneles contiguos, que surgían a partir de las paredes y calles improvisadas.

Para ser más precisos, los estudiantes entraban a un área que lucía como un huerto gigantesco. Las plantas que crecían allí eran cuidadas por figuras andróginas que le causaban la impresión de no ser humanas, demasiado blancas o demasiado negras. Harry notó que las miraba con vacilación, a medida que atravesaban los senderos entre las plantas.

—Son los intentos fallidos* —aclara, como si no hablase con él en realidad. Aparentaba saber bien hacia dónde se dirigían—, están hechas de tierra blanca y cera. No intentes hablarles, sólo entienden de idiomas antiguos y palabras sagradas que los hechizos traductores no replican.

—No pensaba hablarles —Draco lo observa con horror mal disimulado—. ¿Tú  lo intentaste?

—Bueno…pensé que podía hacerles algunas preguntas cuando bajé por primera vez. Y quería agradecerles por lo que hacen…

El asunto de recoger su comida era literal. Potter le pasó una lista, que Draco leyó, antes de mirarlo con incredulidad.

—Estás jugando.

Harry negó, sonriendo.

—Suerte con tus compras. Cuando tengas todo, avísame para que te lleve a la salida; voy a estar hablando con los duendes que cuidan la siembra —Se despidió con un gesto y lo abandonó a su suerte.

DewandenäpöWhere stories live. Discover now