02 ♣Nos encontramos

53.9K 3.6K 3.7K
                                    


Drillfire, tres meses antes del allanamiento.

—¿Nos vemos en el motel esta noche?

Apenas empieza la mañana y ella ya se siente como nunca antes, no sé qué me sorprende más, que una forense sea tan animada o que en lugar de resolver los problemas con el infiel de su novio decida querer pagarle con la misma moneda, de todas formas, no me quejo. Cada uno resuelve sus líos como quiere.

—Como desees, avísame la hora.

—Qué amable —resalta con ironía—, siempre tan atento Kal.

—Me llamo Kaan. —corrijo.

Ser un policía común en Drillfire es un sueño, no puedo creer que trabajemos tan pocas horas, el servicio nunca tenga nada qué hacer y encima nos paguen. Cuando hablaba de vacaciones no imaginé un sitio tan maravilloso, no me quiero volver a ir. Llevo poco más de un mes haciendo patrullaje, los compañeros son agradables a excepción de los abogados, pero en general, los abogados jamás son buenos.

—Ha estado muy calmado las últimas semanas. —comenta Hera.

Me siento junto a ella en el comedor, los grandes ventanales le juegan a favor en las mañanas, tienen unas vistas horribles sin embargo me gusta, no hay ruidos fuertes ni gente molesta. Supongo que cuando uno es nuevo cualquier pequeñez le parece hermosa.

—Pues lo he visto increíble, igual no sé, es que hay mucho crimen de dónde vengo.

—No te confíes, aquí también, Rosario ha estado inactivo un par de meses.

Dejo mi bebida en la mesa por estar lleno de curiosidad y querer prestar la máxima atención posible, casi nunca hablamos de criminales pese a ser mi tema favorito. Hera duda unos segundos de hablar para acabar acercándose a explicarme en voz baja.

—En los últimos nueve meses se encontraron suicidios bastante extraños en toda la zona.

—¿Cómo que suicidios raros?

—Bueno, son asesinatos en toda la extensión del término, pero cada cuerpo lleva una carta relatando la razón de su suicidio —deja su comida de lado—. Yo tuve que hacer los procedimientos.

—¿Por qué dejas de comer? ¿Tan feos estaban?

—Tenían el estómago abierto con cosas dentro —exhala—, las manos cortadas, ojos dados vuelta...

—Hey —le toco el hombro—. No tienes que decirme si no puedes.

—No, no es eso, solo que una de las víctimas era un conocido.

Oh.

—Lo lamento.

Nuestro compañero Dan llega —tarde como siempre con el traje a medio poner, desprolijo y despeinado. Esboza una sonrisa al vernos juntos, no dudará en venir a tomar asiento, sus prominentes ojeras nos saludaron antes que él, deslizo mi bebida hasta sus manos por si lo desea.

—Gracias —Dan levanta la tasa—. ¿De qué hablan?

—Rosario. —respondo intrigado.

—Uh, contemos teorías.

—Reitero, no sé quién sea.

—En pocas palabras, en las cartas de las que te hablé siempre está escrito Rosario de alguna u otra forma y se cree que es un asesino serial. —explica Hera.

—En lo personal —interrumpe Dan—, yo digo que es asesina, por las huellas que dejó en el invernadero.

—¿Por qué aún no lo han atrapado? —cuestiono, intercambio miradas con ambos.

As bajo la manga | RESUBIENDOWhere stories live. Discover now