05 ♣El crimen fue cometido

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EZRA.

Tengo más cosas en mente que una noche con resultados inesperados, marco el número de Louis en lo que llevo a Alek conmigo a la oficina, me preocupa dejarlo sin compañía. Mi "pareja" no me ha respondido desde hace días, lo atribuyo a alguno de sus caprichos por mis amistades y lo que menos me importa es eso, tengo un negocio que administrar. Tengo una vida que no es mía a la que adecuarme.

Algo dentro mío sabe que el espíritu de la muerte está libre esta noche, en búsqueda de a quien llevarse. 

Anoto las transacciones de dinero que me requieren, quisiera ir a mi casa la próxima semana, aunque creo que no será imposible, a mayor popularidad que va tomando el casino ocupo más expertos en el juego, más tiempo para mantener este edificio coordinado, el punto es que nosotros decidamos quién gana o no y como pudimos apreciar hace unas horas si se tiene un buen equipo podrían llegar a igualarnos.

Pasamos la madrugada organizando nuestras acciones junto a mi mejor amigo, mandé pedir la medicina de Alek, quien está por recuperar por completo la movilidad en las piernas.

En un descanso abro las gavetas en busca de una pluma, sin embargo, no hay ni una sola, en su lugar aparece una caja nueva de baraja inglesa, la saco sin recordar haberla puesto ahí, estoy extrañado porque sería una desfachatez que mis empleados toquen mis objetos personales.

La abro para ver si reconozco las cartas, son todas son negras, al desparramarlas sobre el escritorio en una larga línea arqueada noto que son todas tréboles.

Mi teléfono vibra en el bolsillo del pantalón, lo ignoro un par de veces pensando que es Louis cuando el tono de llamada me alerta, respondo sin ver el número en la pantalla.

—¿Lou? ¿Qué ocurre?

—Ezra —es la voz de mi madre, quebrada—, ven pronto.

La escucho aterrorizada como nunca ante, se me van los colores de la cara al instante. Ella nunca demuestra fragilidad.

—Mamá, ¿Qué pasa?

—Hay un cadáver en la piscina —chilla— Eva...

—¿Ella lo hizo? —bajo mi tono de voz en esa pregunta.

—¡Tu hermana no es una asesina, no sabemos cómo llegó aquí, pero ha pintado toda el agua de rojo!

—¡Vale! ¡Respira! ¡Llama a la policía, estaré allí en veinte!

—Sus órganos están flotando, hijo...

—¡Voy, ya voy! —busco las llaves de mi auto con desesperación—. ¡Calma!

—Ninguna calma, eres el rostro de la familia y nos dejaste, como se manche nuestro nombre será tu culpa —refunfuña—. Dios, nos persigue la desgracia.

Yo lo llamaría Karma.

Pego el teléfono a mi pecho, si bien nadie debe enterarse, no tengo ánimos de lidiar con esto solo. De hecho, ni siquiera quiero ir a esa casa.

—Alek, tenemos que irnos, ayúdame.

*🃏*

Lo primero que oigo al pisar ese terreno no es un saludo, sino un frío "La familia se ha derrumbado desde que tu padre murió" que me revuelve el estomago. Sí, el hogar es exacto como lo recordaba.

—¿Dónde está? —evado las quejas de mi madre. 

—Aún no la quitan de la piscina —gruñe contra su copa de vino—, la ineficiente policía aún no trae a los expertos, disque "No la podemos tocar porque va contra la ley" ¿Qué ley? ¿La de ser gilipollas? Solo quiero dormir hoy.

As bajo la manga | RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora