Cap.7 "Estar donde tu estás".

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Entré en la cafetería buscando a mis amigos y encontré a Scar con Atlas, charlando divertidos. Saludé cuando llegué y Destiny apareció de la nada, llevándose a Scarlet para mostrarle algo que le iba a interesar, según dijo. Seguro el chico que le gustaba esta semana estaba metiendo alguna nota en su casillero. Jaxon se sentó con nosotros, completamente feliz.

—No me vas a creer lo que sucedió —comentó él.

—A que no —bromeó Atlas y me reí con él.

—¡Me he encontrado doscientos dólares! ¡Soy rico! —Se rio mientras yo abría mi boca sin poder creerlo.

—¿Cómo que te lo has encontrado? —pregunté estupefacta, arrebatándole el sobre de la mano para observar el fajo de billetes dentro.

—Si, estaba estacionando el auto de mi padre frente a mi casa. Me bajé, saqué la chaqueta que había dejado en el asiento de atrás y cuando iba a cerrar la puerta estaba en el parabrisas. Todo esto —respondió completamente feliz, pero yo aún tenía el ceño fruncido.

Claro que tenía envidia de la buena por él, pero esto no era algo normal. Jm, algo normal.

Atlas.

Lo miré y noté que sonreía observando a Jaxon.

—Te felicito amigo, te lo mereces —le dijo él, palmeando su espalda.

—Es Dios amigos, si existe —bromeó y puso la mano en mi hombro—. No sé que hiciste Zoey, pero gracias. —Se levantó y se fue de allí.

Me crucé de brazos afilando mis ojos en Atlas.

—¿Qué? —preguntó divertido de que no dejará de observarlo.

—¿Tu tuviste algo que ver con el dinero de Jaxon? —fingí la voz de una mujer que le habla a su hijo de tres años.

—¿Por qué piensas eso? —Se rio nervioso.

—Porque tu estabas allí cuando él habló de dinero, dijiste que nadie debía avergonzarse y estás contestando mi pregunta con otra pregunta.

Dio un bocado a su porción de pizza y negó con la cabeza.

—Atlas —lo reprendí acercándome a él sobre la mesa—, doscientos dólares es muchísimo dinero. Debiste haberle dado menos.

—Me sobraban —respondió sonriente.

—¿Pero quién te crees? ¿Santa Claus? —refunfuñé moviendo las manos, logrando que se ahogara y se riera.

—Vamos Zoey —me reprendió tomando agua para bajar la comida—. ¿No crees que he ahorrado mucho dinero viajando gratis? —Hizo una mueca y bajé la cabeza. —Hay gente que lo necesita más que yo.

—Si, tienes razón. ¿Por qué no se lo diste tú mismo? —pregunté intrigada.

—No lo habría aceptado. Pero alégrate, si te portas bien te daré un regalo a ti también.

—No necesito dinero —respondí haciéndome la autosuficiente con los brazos cruzados.

—Yo no estaba hablando de dinero —remató para tomar de su botella con un dejo de una sonrisa.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora