Capítulo 48

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Narra Peter

-Haber si he entendido bien, ¿Os habéis perdido en el bosque y queréis que os contrate para trabajar en mi posada a cambio de comida?-El señor Jenkins tenía los enormes brazos cruzados en el pecho. Nos miraba con unos ojos oscuros desde la puerta de su establecimiento. Llevaba un delantal aparentemente blanco, aunque estaba completamente manchado de manchas de dudosa procedencia. 

-Sí, así es-Afirmé mientras Peyton y yo le dedicábamos sendas sonrisas radiantes e inocentes con las manos en la espalda. Con nuestro cuerpo cubierto de resina gris parecíamos unos seres grises como él. La resina era pegajosa y áspera, y me picaba la cara a rabiar. Minimey estaba escondida en el bolsillo de mi camisa y no paraba de mirarme amenazadoramente diciéndome con los ojos que no me atreviese a rascarme.

El señor Jenkins entrecerró los ojos. 

-¿Cómo os habéis perdido?-Preguntó. No iba a ser fácil ganarse su confianza.

-Pues...-comencé a decir evitando mirarle a la cara-.Estábamos jugando en el establo del claro cuando sin querer dejamos que una de las gallinas se escapase de la cerca. No queríamos que se enfadasen con nosotros así que la perseguimos. La gallina se adentró en el bosque y antes de darnos cuenta ya nos habíamos perdido. Deambulamos por ahí hasta llegar a esta posada.

El señor Jenkins entrecerró aun más los ojos. Pensé que no había colado la mentira y ya estaba dispuesto a coger del brazo a Peyton para salir corriendo, pero el dueño de la posada dijo:

-No está bien jugar con el ganado, la próxima vez pensadlo mejor. 

Nosotros asentimos con energía.

-Y bien...¿nos daría un poco de comida? ¡Estamos hambrientos!-Continué hablando.

-La verdad es que ahora no necesito ayuda en la posada. Mi mujer y yo nos encargamos de llevarla.

-¡Podemos hacer cualquier cosa que nos pida!-Insistí-Podemos limpiar, hacer pedidos...¡Lo que sea!

Jenkins echó un rápido vistazo al interior de su establecimiento y volvió a mirarnos.

-La verdad es que nos vendría bien una mano de limpieza...está bien, os contrataré. Quiero que mi posada se quedé como nueva, ¿entendido? Entonces os daré toda la comida que queráis.

-¡De acuerdo!-Asentí.

-Pero antes de entrar decidme vuestros nombres. Mi esposa os hará un par de delantales con vuestras iniciales.

-¡Ah! Claro, por supuesto-Dije-Yo me llamo...Topo. Sí, soy Topo.

Jenkins asintió y luego dirigió su mirada a Peyton. Este se quedó congelado en su sitio. Abrió un poco la boca pero no dijo nada. Yo le di un golpe disimulado en el brazo. No había manera, Peyton no decía nada. El dependiente se quedó mirando impacientemente esperando una respuesta. ¿De verdad se le había quedado la mente en blanco en ese momento?

-Es mi hermano pequeño, se llama Mirlo-Mentí apresuradamente-.Es mudo.

Jenkins no dijo nada, se dio la vuelta hacia el interior de la posada y nos hizo un gesto para que le siguiéramos. Entramos tras él observando la estancia. El interior estaba poco iluminado, salvo por una pequeña bombilla en el techo agrietado del establecimiento y varias velas que habían encima de las mesas y del mostrador. El suelo estaba sucio y escurridizo, seguramente porque la comida que ofrecían en la posada era en su mayoría muy grasienta. A los lados habían muchas mesas distribuidas desordenadamente. Un par de hombres grises estaban en una esquina comiendo tranquilamente y cuando nos vieron entrar se quedaron mirándonos con cara de pocos amigos.  

-Peter, no me gusta nada este sitio-Me susurró Peyton.

-Lo sé, pero tenías hambre, ¿no es así?-Respondí sin dejar de mirar la espalda de Jenkins mientras le seguíamos-y recuerda que eres mudo.

Jenkins se detuvo delante del mostrador y nos pusimos a su lado. Una mujer rolliza con el cabello lleno de canas nos devolvió la mirada detrás de la caja registradora.

-Claris, te traigo a un par de ayudantes para limpiar el establecimiento.

Yo dije hola y Peyton saludó tímidamente con una mano. La mujer puso cara de asombro.

-¿Estos niños delgaduchos? ¿Es que te has vuelto loco querido?-Dijo con una voz aguda y estridente.

-Mira, a mí tampoco me hace mucha gracia, pero tienen hambre y no pueden pagar la comida. A cambio se han ofrecido a ayudar con la posada. Me parece algo justo, y la posada está muy sucia.

La mujer se echó hacia atrás su pelo canoso con una mano y suspiró.

-Supongo que tienes razón-Luego se giró hacia nosotros-.Venga, moveos. Tendréis que ganaros la comida como es debido. No quiero holgazanes en mi posada.

La mujer desapareció por una puerta corredera tras el mostrador y nosotros le seguimos atropelladamente. Llegamos a una pequeña cocina llena de ollas gigantes y sucias desperdigadas por la mesa. Había un pequeño almacén a la derecha donde se guardaba la mayor parte de la comida. Había carnes, verduras, pescados y cabezas de ajos colgadas en el techo.

-Poneos estos delantales y podéis empezar-Dijo lanzándonos dos delantales blancos sin demasiados miramientos-.Volveré en un rato para ver cómo vais. Entonces podréis comer algo.

La señora Claris se dio la vuelta y desapareció por la puerta corredera de vuelta al mostrador.

Miré con espanto el desorden que había ante nuestros ojos y compuse una expresión de asco al ver la cantidad de suciedad que había.

-Bueno, manos a la obra-Peyton se puso el delantal y cogió de debajo del lavadero productos de limpieza y algunos trapos. Minimey salió de mi bolsillo y volando en el aire se posó en una pequeña estantería llena de frascos de comida en conserva.

Me acerqué con miedo a una de las cazuelas y la cogí con dos dedos. Tenía restos de lo que pude deducir que era una especie de gachas. Sentí ganas de vomitar y la volví a dejar en su sitio.

-¡Peter! ¿Vas a ayudarme?-Preguntó Peyton que estaba frotando con un trapo una olla gigante.

-No, tengo ganas de vomitar. ¿Cómo pueden tener la cocina tan sucia? Eso no es nada higiénico.

-Te recuerdo que no estamos en una ciudad civilizada como Yellowood. Estamos en una posada en medio del bosque negro rodeados de seres grises. Haz el favor de dejar a un lado las ganas de vomitar y céntrate en limpiar para que no nos muramos de hambre.










YELLOWOOD [Editando]Where stories live. Discover now