Capítulo IV: Abanicos dorados

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En la finca de Ubuyashiki, aquel cuervo, el mismo al que Kanae le había dado la señal, llegó, posándose en la ventana.

El patrón quien se encontraba sentado sobre sus rodillas frente a la entrada del jardín vio la silueta borrosa del cuervo; ya que en esos tiempos no había perdido su visión por completo.

― Ya veo. ― Exclamó el patrón, teniendo detrás a Himejima, el pilar de la roca―, Una de mis niñas necesita ayuda, por favor, ve.

El pilar de la roca, quien le tenía mucho cariño a las hermanas Kocho, asintió y exclamó con firmeza.

― De inmediato.

En la entrada de la finca lo esperaba un grupo de Kakushin, el personal médico y de recate que servían a los cazadores, pero entre ellos resaltaba alguien más.

― Vamos.

El pilar de la roca reconoció la voz del joven pilar del viento, apretó con fuerza los mangos de sus armas y exclamó.

― Shinazugawa, ¿Qué haces aquí?

Sanemi quien se encontraba zapateando y cada tanto movía las manos de forma ansiosa, miró al pilar de la roca y preguntó, con aquel tono tosco y áspero que poseía, cosa que hizo que los demás cazadores y miembros del Kakushin sintieran escalofríos.

― ¿Eso importa? ― Seguido de esas palabras, Sanemi se adelantó pasando de largo de los demás cazadores y dejando atrás a Himejima―, Vamos, no perdamos el tiempo.

― Sí. ― Respondió el pilar con su resonante voz.

Himejima sintió tristeza y preocupación en las palabras de Sanemi, él, al igual que Shinobu, tenía sospechas sobre los sentimientos de Shinazugawa hacia la mayor de las Kocho, si bien no era algo de su incumbencia, él sentía algo de lastima hacia el joven, tenía el presentimiento que esta noche sería trágica.

Justo en el camino hacia el distrito rojo, los pilares de la roca y el viento se cruzaron con la menor de las hermanas Kocho, quien al verlos simplemente aceleró el paso, Sanemi vio el ceño fruncido den la joven y a su vez sus labios temblorosos.

Shinobu Kocho había ido a la finca del patrón minutos antes de la partida de los demás cazadores, siendo ella muy veloz y ágil, al enterarse de la misión de su hermana decidió ir a apoyar a los refuerzos.

Corriendo por un camino alterno y brincando sobre las copas de los árboles cada tanto, Kocho Shinobu vio a los refuerzos, quienes se movían incansables por el camino central, no obstante, los que iban a la cabeza eran los pilares, mientras que los demás a duras penas le seguían el paso.

― ¡Aceleren! ― Gritó Kocho mientras apresuraba el paso y se colocaba a la cabeza de los Kakushin, seguido, paso de largo y se les adelantó a los otros pilares―. ¡Himejima! ¡Por favor! ―, Rogó la joven―, Apúrense.

Himejima apretó los labios y asintió en silencio, quedándose por primera vez mudo ante las suplicas de la joven quien había hecho que su corazón se estrechara de angustia al no poder ser más rápido que ella.

Kocho quien iba a la cabeza, y había tomado distancia de los demás, temía por su hermana, quien su carácter noble le sería una limitante en el combate.

***

Los abanicos dorados silbaban en el aire mientras Doma los batía con fuerza; arriba, abajo y los lados, Doma los movía con fuerza apuntando a los puntos vitales de la cazadora, no obstante, ella había frenada cada ataque que se le era dado.

En un punto del combate, Doma saltó hacia los tejados de la casas, siendo seguido por la cazadora, ahí cruzaron sus armas dejando salir varias chispas por la fricción del metal.

Doma tenía las manos cruzadas con sus abanicos frenando el ataque de la cazadora quien aplicaba toda su fuerza en el mango de su espada, viéndose cara a cara, la cazadora se sintió abrumada por la fuerza del demonio, definitivamente era una de las denominadas lunas superiores.

Kanae movió con fuerza su espada hacia arriba, haciendo que el demonio retrocediera rompiera su guardia quedando al descubierto, en aquella brecha que se había formado, la cazadora dio un ataque veloz horizontal, el cual el demonio pudo esquivar, no obstante, este ataque era una finta, ya que la cazadora brinco girando sobre el demonio y haciendo una pirueta cayó hacia un costado dándole un mandoble con el arma.

El demonio vio tres de sus dedos y parte de su mano volar por los aires, pero teniendo a un sujetó su abanico con el índice y el pulgar, seguido de esto, en una fracción de segundo, Kanae Kocho dio otro ataque, pero esta vez el demonio pudo frenar la espada, pero la cazadora dio una patada firme en el vientre del demonio, pudiendo tirarlo del tejado.

Doma se estampó contra el suelo, quedando boca arriba, dio un solo parpadeo, y al hacerlo, vio como la cazadora saltaba del tejado empuñando su espada. << Divertido. >> Pensó el demonio con una sonrisa carente de emoción.

La cazadora dio un movimiento vertical con la espada, pero el demonio dobló su cuerpo de forma anormal llevando su ombligo hacia su nariz y seguido se giró en un volantín, logrando esquivar el ataque de la cazadora. Pero cuando Doma se incorporó por completó vio como la cazadora daba un corte horizontal hacia su cuello, no obstante, el astuto demonio retrocedió de un brinco, sintiendo un leve rasguño en la piel de su cuello.

Kanae también tomó distancia de su adversario, pese a todos los ataques que había realizado su respiración se mantenía normal, serena y calmada. Por algo era un pilar, el mayor rango en la jerarquía de cazadores. Pero, Doma era una luna superior, un demonio de alto rango, capaz de regeneras su cuerpo en segundos, un ser que no se cansa o fatiga, que tiene fuerza sobrehumana y reflejos muy agudos.

El cruel destino de los cazadores era morir, pero eso no significaba que morirían sin luchar y darlo todo en el combate.

Kanae pensó en sus padres, colegas y personas asesinadas a manos de los demonios, estos recuerdos la hicieron apretar con fuerza el mango de la espada, con determinación movió su espada haciendo un molinete y terminó apuntando al demonio con esta, en forma de amenaza.

Doma la imitó, y agitó sus abanicos dejando salir una ligera brisa de aire helado, calando hasta los huesos. Era una advertencia, una amenaza, pero la Kanae no se inmutó, por ahora todo iba de acuerdo con su plan.

― Esto es muy divertido. Quiero que veas esto. ― Dijo Doma, seguido, colocó sus abanicos de forma horizontal y paralelas entre sí, al hacerlo generó un pequeño vórtice helado, conformado por varios cristales de hielo―. Dime, si congelo tus pulmones ya no podrás usar tus técnicas ¿Cierto?

Kanae comenzó a temblar de forma ligera, el lugar se había tornado helado, pero, ella siguió firme y apretó con fuerza la empuñadura de su espada.

― Ataca. ― Dijo la cazadora con firmeza.

El viento silbo el nombre de la cazadora, las nubes se movieron tapando la luz de la luna, y el miedo a la muerte desapareció, puesto que la joven cazadora ya había aceptado su destino desde antes. 

El ocaso de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora