Capítulo VII: El trágico camino de las glicinas

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La noticia se había esparcido por los aires gracias a los cuervos, uno de los pilares había muerto en combate con una luna superior, y el joven no sabía que sentir.

Ante la tumba de Kanae Kocho se encontraba aquel joven lleno de cicatrices y cabello enmarañado, llevaba ahí de pie más de tres horas tratando de asimilar lo sucedido, preguntándose porque lo dejo solo cuando le dijo que no lo haría jamás.

Aunque el sol calentara demasiado y aunque la lluvia lo empapara, a Sanemi Shinazugawa no le importaba, este era su luto, su castigo por no haberla acompañado o seguido.

― Te dije... Te lo dije, maldición...― Refunfuñaba entre dientes. Con la voz temblosa y controlando sus lágrimas, el pilar del viento preguntó ―. ¿Por qué no me derivaste la misión?

***

La mañana del anterior día, justo en el momento que Kanae recibía su última misión, Sanemi la esperaba cerca de la entrada.

― Sanemi. ― Exclamaba la joven saliendo de la finca del patrón.

― ¿Tienes una misión? ― Preguntó el hombre con su voz amarga.

― Sí. ― Dio su monosílaba respuesta con una cálida sonrisa.

― Sin piedad ¿Cierto? ― Comentó Sanemi con si mirada indiferente.

Kanae se mantuvo en silencio, pensativa y tratando de buscar las palabras adecuadas.

― ¡Lo sabía! Sigues teniendo compasión por esas malditas criaturas. ― Sanemi alzó la voz y gruño.

― Fueron seres humanos, merecen una...

― ¿Una qué? ¿Oportunidad? ― Sanemi tomó la mano de Kanae por impulso―. Eres demasiado blanda... Esos malditos merecen la muerte, nada más.

La mano de Kanae se estaba enrojeciendo por la fuerza con la que Sanemi la apretaba, este al darse cuenta la soltó y exclamo entre dientes.

― Dame la misión. Yo me encargare del demonio.

Kanae cerró los ojos y le brindo una cálida sonrisa, el corazón del cazador palpito alocado con el gesto de amabilidad de la muchacha.

― Descuida, estaré bien. No tienes por qué preocuparte por mí. ― Dijo Kanae pasando de largo.

― Yo no...― Sanemi veía como la joven se alejaba cada vez más―. Yo no me preocupo...

Sin saberlo, esas serían las últimas palabras que el pilar del viento cruzaría con ella.

***

Ante la tumba de la pilar de las flores, Sanemi seguía con la mirada catatónica. La luz que había en sus ojos se apagaba casi por completo, y aunque él no lo admitiera la única luz que brillaba ahora era por Genya, su hermano, ya que ahora la mujer amo en secreto se ha ido.

― Me tengo que ir...

Shinazugawa le dio la espalda a la tumba de Kanae, su semblante huraño aún era marcado, guardaba mucho odio y rabia dentro de él. Aunque el viento soplara y arremolinara su cabello, el joven seguía indiferente.

Llegó a la finca del patrón, este lo recibió con los brazos abiertos y con su apacible personalidad.

― Patrón... ¿Usted sabía que Kanae se enfrentaría a una luna superior? ― Exclamó Sanemi sin rodeos y tratando de no alzar la voz. No en presencia del patrón, él no merecía recibir su ira, aunque a él no le importara con tal de hacer sentir bien a uno de sus hijos.

― No, no lo sabía. ― Respondió él, viendo el rostro de Sanemi algo borroso por la maldición que se le había impuesto.

Sanemi se impaciento, apretó sus manos contra sus muslos y exclamo con tono pasivo agresivo

El ocaso de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora