►Cuando Jeon Wonwoo,un jefe despiadado y famoso de la mafia descubre tu existencia, te quedas a su merced. Mientras estás bajo su techo, aprendes más sobre tu padre, de lo que tú jamás hubieras deseado tener, incluida la parte de tu herencia que t...
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Wonwoo || Mafia
En la calle de abajo había dos SUV negros, esperando para llevarte a quién sabe dónde. Mientras Donghyo entraba suavemente en el vehículo que estaba más al frente, te empujaron no muy bien a la parte trasera del segundo. Si alguna vez pensaste que el primer viaje desde tu casa hasta el ático, rodeada por los hombres que odiabas al principio, fue una experiencia insoportable, estabas equivocada. Este era cien veces peor.
Cada vez que te mirabas por el espejo retrovisor, esperabas ver la mirada descarada de Seokmin enviándote bromas silenciosas. Pero no era él en el asiento del conductor. Estaba atrapado en el ático, obligado a quedarse atrás por el bien de sus vidas.
El hombre detrás del volante no tenía nada más que acero en sus ojos, sin calidez ni franqueza. No es que quisieras conocer a los guardias que te rodean ahora. Es posible que hayas tenido sentimientos similares al entrar en la casa de Wonwoo, pero sabías con absoluta certeza que no te ibas a agradar con nadie en la compañía de Donghyo.
Mientras las luces de la calle pasaban borrosas, mantuviste tu atención en tu respiración. Esta vez te negaste a llorar por tu pérdida. Fue tu propia elección. Sabías las consecuencias de tus acciones. Pero te negaste a simplemente echarte y darte la vuelta ahora que estabas aquí. Incluso en el momento actual, estabas pasando en posibles sabotajes para arruinar los planes de Donghyo. Solo necesitabas encontrar uno en el cual ni tú ni las personas que amas terminaran muertas.
El sol estaba empezando a asomarse por el horizonte, tiñendo el cielo de un azul medianoche a un tono púrpura que alguna vez te pareció hermoso. Ahora, sin embargo, parecía ser un color siniestro, deteniendo tu vida justo al borde de cuando podrías haber sido más feliz. En el futuro, los días no traerían más que nueva miseria.
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El vehículo finalmente se detuvo frente a una gran mansión de piedra blanca con adornos dorados relucientes alrededor de las ventanas y los bordes. Los guardias deambulaban por la propiedad amurallada, con pesadas pistolas negras enfundadas en la cintura para que todo el mundo las viera.
Te sacaron de la camioneta, te rodearon por todos lados y te metieron dentro. El pastoreo no se detuvo hasta que subiste las escaleras del segundo piso y te metieron en un gran dormitorio. Por inútil que fuera el gesto, probaste la puerta, tirando y tirando de la manija para confirmar lo que ya sabías. Estaba cerrado con llave y ahora eras una prisionera más de lo que lo habías sido antes.
Después de horas de caminar de un lado a otro, Donghyo finalmente apareció, entrando en la habitación sin llamar ni anunciar su presencia.
"Buenas tardes querida."
Casi te ahogaste por el apodo cariñoso, pero más allá de eso, te quedaste callada, desafiante.
Con el movimiento de dos dedos, Donghyo le indicó a quienquiera que estuviera todavía en el pasillo que entrara. Para tu sorpresa, eran dos mujeres, ambas lucían vestidos blancos y cortos una de ellas agarraba un estuche negro, mientras que la otra una bolsa de plástico transparente.
