2.- Momo

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«Definitivamente no volveré a tomar en mucho tiempo. La cabeza me está matando y tengo el estómago revuelto, tal vez vuelva a vomitar. Mataré a mis amigas cuando las vea, cómo pudieron dejar que me fuera sola en ese estado. Ni siquiera recuerdo cómo llegué.

Además, creo que pasé una gran vergüenza, algo en mi interior me lo dice, pero por más que intento no logro recordar. Bueno, quizás es mejor así, al menos logré llegar viva lo que en estas circunstancias, podría catalogarse de un logro.

Necesito una bebida energética, algo que me hidrate rápido... También algo para el dolor de cabeza», pensaba.

Un sonido familiar comenzó a generarse desde el celular de Nina, aquella canción que usaba de ringtone ocasionó que una repentina puntada atravesara su sien izquierda. Tomó el celular y leyó el nombre de Leonor.

—¡Por fin! —exclamó.

Seguramente Leo le podría decir qué fue lo que pasó y calmar esta incertidumbre. Se apresuró en contestar.

—Necesito que me cuentes qué hice ayer, tengo una laguna mental y por favor debes lo más explícita posible en esa narración —suplicó Nina.

—Amiga no me acuerdo mucho, digamos que estoy igual que tú. Joaquín dice que estábamos realmente mal. La Rutti lo llamó para pedirle ayuda, no sabes cómo me duele la cabeza... A ver, déjame intentarlo, recuerdo que primero pedimos algo para comer con unas cervezas y luego cantamos karaoke, eso estuvo muy gracioso. Hace mucho que no hacíamos esa coreografía... Parece que también nos fumamos algo, después pedimos whisky o vodka, no logro recordar cuál fue primero y volvimos a cantar karaoke...

—¡Sí, eso también lo sé! —interrumpió Nina riendo—. pero tú no cantaste, estabas inmóvil con el micrófono en la mano y te gritaron que te bajaras.

—¿En serio? —rio avergonzada—. Eso confirma que perdí la memoria, sólo sé que amanecí en mi cama. Lo que habrá pasado después no lo sé, al parecer también tengo una laguna mental. Y por cierto me lo he vomitado todo, hasta el alma... Antes que lo olvide, Joaquín dice que te dejó en la entrada de tu edificio.

—¡Qué bueno amiga! —exclamó aliviada—. Estaba preocupada, pensé que me había ido sola... No fue tan terrible como imaginé. Pero tengo una duda ¿Cuándo fue qué pasamos al parque?

—¿Qué parque amiga?

—¿No fuimos al parque? –preguntó extrañada.

—No que lo recuerde —dijo entre risas—. Yo creo que eso lo soñaste.

«Eso es preocupante», pensó Nina. Entonces, por qué su ropa estaba manchada con pasto y tierra, incluso su chaqueta aún tenía unos trozos de pasto «¿Acaso me habré caído en el camino?».

Nina prefirió no contarle de su ropa a Leo, al menos no por ahora, confiaba en poder recordar algo más de esa noche con el transcurso de los días. Se despidió de ella y quedaron de hablar mañana, cuando ambas se sintieran mejor.

Sólo se sentía un poco preocupada por sus vecinos.

«Ojalá no se hayan dado cuenta» —pensaba. «Era tarde, seguramente ya estaban dormidos. Quizá alguno de los conserjes me vio... Aunque si fui capaz de volver al departamento por mis propios medios, tal vez no estaba tan mal como creía...»

Lo mejor era volver a acostarse, no sería capaz de escribir por ahora. En la noche trabajaría un par de horas para compensar el día perdido. Se metió dentro de las sábanas y cerró sus ojos. De pronto, volvió a escuchar ese ruido, como si arrastraran algo, exactamente igual que la otra noche.

Tal vez yo, tal vez tú©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora