CAPITULO 6

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»La vida te pondrá obstáculos, pero los límites, los pones tú «

-Tienes que ir, y eso no está en discusión, señorita -dice la abuela un tanto inquieta.

-Pero... puedo posponer la cita-refunfuño.-De acuerdo, abuela -acepto y contesto arrastrando las palabras.

Odio que me den órdenes, como si se tratara de una pequeña niña que no sabe lo que hace.

Después de la breve pero intensa discusión con la abuela, acerca de que: "debería preocuparme más por mi salud", según sus palabras. Me veo obligada a acceder a ir a mi cita con él psicólogo. Y como si fuera poco ella me llevará.

Subimos al auto, las niñas detrás, yo de copiloto y la abuela conduciendo. -¡Genial! Y ni siquiera conduzco yo-refunfuño para mis adentros.

Cómo es de esperarse la abuela inunda el silencio con su música clásica; lo que no me molesta, porque también me encanta la música clásica.
Suena una pieza que reconozco como la Sinfonía número 5 de Beethoven

Las melodías me relajan, treinta minutos después ya tengo pereza de estar molesta. Así que decido a terminar mi silencio.

-Disculpa por lo grosera que fui, Abu. Estaba molesta, seguro que mamá te puso al tanto de la gran fuerza de voluntad que significa para mí ir a las consultas -admito.

Abu busca mi mano cerca del freno de mano, y la toma.

-No te preocupes, mi niña. Se muy bien lo que sucede, pero aveces necesitamos alguien que nos recuerde lo que tenemos que hacer. Imagínate si tú madre no me recordara que pastillas debo de tomar, a mi se me olvidaría -reímos. -Todos necesitamos de un pequeño pájaro carpintero que este picando nuestra dura piedra, aún así en el intento se rompa el pico.

Amo las palabras de la abuela, son tan sabias, pero sobretodo te hacen ver lo que tú no quieres, claro que con sus metáforas extrañas.

-¡Yo quielo un pájalo! -comenta una sonriente Luz, desde el asiento trasero, en donde se encuentra sujeta al cinturón de seguridad.

-No, pequeña, lo pájaros merecen ser libre -informa Alicia, muy concentrada en su móvil.

-Pelo... Yo quielo uno, sela mi amigó.

De esa forma comienza un debate entre la amante de la libertad de los animales: Alicia. Y la amante de los animales como mascotas: Luz.

Yo solo escucho. Y me lleva a pensar: yo quisiera ser un pájaro, libre, sin las necesidades que tengo en este momento, quisiera ser un libre, sin fronteras, solo yo y mis alas.

Media hora después llegamos al consultorio del psicólogo Ramón Gómez en Palenque.

Me encuentro en la sala de recepción del consultorio, esperando mi turno. La abuela esta sentada a mi lado, hablando en el teléfono con mamá, y puedo apostar a qué le está haciendo una muy buena recomendación. Por lo que escucho mamá dice que mañana están de regreso en casa, y eso es fantástico, ya extrañaba a mis padres; a pesar de que no mantengo una buenas comunicación con ambos, hablar con ellos me encanta, siempre me hacen sentir protegida y que no solo cuenta mi físico.
Me hundo en pensamientos acerca de mis padres, que no me doy cuenta de que el doctor sale y se para justo a mi lado.

-¡Buenos días Sara! -saluda sonriente el especialista.

-¡Hola! Buenos días, Ramón -respondo.

-Tenemos consulta en treinta minutos, pero tengo un inconveniente, no podré. Me acaban de llamar y mi madre está en una clínica.

-Buenos días, Ramón -saluda la abuela, en mi dirección. -¿Qué sucede? -pregunta frunciendo el ceño.

Y seguiré... ¡ESCRIBIENDO! Where stories live. Discover now