Capítulo 29

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Llevo por lo menos seis horas conduciendo, pero sinceramente me ha venido bien, he gritado y he cantado con rabia cada canción que ha sonado en la radio, incluso creo que me he inventado alguna que otra letra de alguna canción. Pero me ha servido para desahogarme un poco más, aunque los coches que pasasen a mi lado me mirasen de forma extraña. Paro en una cafetería de carretera y entro con la capucha puesta, quiero pasar desapercibida, solo tengo diecisiete años, y si se enteran de que me he ido, podría estar en serios problemas. Me siento en una mesa cercana a la barra y observo el menú rápidamente, me muero de hambre y estoy realmente agotada, creo que son las dos de la madrugada, y pese a ello, hay varias personas comiendo.

—Hola cariño, ¿qué es lo que quieres? —Pregunta la camarera al llegar a mi mesa, le pido rápidamente un menú y ella se va a seguir atendiendo, pero justo en ese momento ojeo el móvil que tengo en silencio dentro de mi sudadera.

Veo que tengo casi cien mensajes y un montón de llamadas, todo de cuatro números, Sam, Paul, Jared y Embry. Ojeo los mensajes y veo que casi todos son "¿dónde estás?, Mia contesta, llámame, perdón..."

Debieron haber pensado en todo eso cuando lo hicieron mal, por una vez yo no he hecho nada malo, y ahora mismo lo único que estoy haciendo es irme a Nueva York con mi madre, no quiero ser una carga para Sam, que se quede con Leah si tanto la quiere. Veo que mi madre no ha leído aun el mensaje donde le digo que voy a visitarla, no quiero preocuparla estando embarazada, aunque no tengo muchas ganas de que me diga su típico "te lo dije".

La camarera trae mi comida y tranquilamente la como, descansando un poco e intentando recuperar las energías que aún no he podido recuperar por completo. Lo odioso de la imprimación es que a cada kilómetro que me alejo de Sam, me duele más y más el pecho, y la marca de mi cuello me lleva escociendo desde hace una hora, pero no tengo ni idea que significa eso, nadie me explicó correctamente todo sobre la dichosa imprimación. Necesito saber el por qué me escuece tanto la marca, así que, en contra de todo, decido llamar al único que sé que no me va a mentir.

—¡Mia! ¿Estás bien? ¿Dónde estás? Estamos tan preocupados por ti. —Dice Embry a todo correr en cuanto lo he llamado, ni si quiera han sonado más de dos pitidos, parecía desesperado.

—Tranquilo, estoy bien, solo quería preguntarte algo. —Respondo sin querer decirle donde estoy, porque conociéndolos, los lobos pueden llegar a donde estoy en menos de dos horas, y sin exagerar.

—Claro que sí, dioses, Sam te nota realmente lejos. —Susurra, es como si no quisiese que nadie le escuchase.

—¿Tú sabes por qué una marca de imprimada puede llegar a escocer? —Pregunto, noto como la camarera se queda mirándome fijamente, así que bajo la voz antes de seguir hablando, no quiero que me tomen por loca. —Y, ¿por qué susurras?

—¿Qué? Oh dios, Mia, debes volver de donde sea que estés, ese escozor puede ser mortal tanto para ti, como para Sam. —Dice Embry con la voz llena de pavor. —Si te alejas más puedes empeorar, y ya estás débil. Además, tú también estás susurrando, yo lo hago porque Jared está cerca de mí y no quiero que me oiga, si me has llamado a mi es por algo.

—Embry, voy para allá, pero no quiero ver a Sam... No sé dónde viviré, pero sea donde sea, debe ser lo suficientemente lejos de él para no verlo diariamente, pero lo suficientemente cerca para que la imprimación no me mate. —Explico, dejo diez dólares en la mesa y salgo de la cafetería hacia mi coche, todo está oscuro cuando me despido de Embry y camino hacia mi coche. Escucho ruidos en el callejón de al lado del aparcamiento, y al mirar jadeo horrorizada antes de susurrar inconscientemente:

—Vampiro.

Cuidado con el bosque  |SAM ULEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora