Capítulo 36

8.7K 546 19
                                    

Salgo corriendo hasta mi coche, donde entro sin importar los gritos de Paul a mi espalda, pidiéndome que pare para hablar, pero no puedo, esto me sobrepasa. Conduzco hasta que salgo de la Reserva, y freno en el arcén, llorando con fuerza contra el asiento del copiloto hasta que recuerdo algo. Cojo el teléfono y llamo a Garrett, aunque no sé si entiende lo que le digo entre tantos sollozos. Pero parece que sí, porque a los cinco minutos estoy siendo abrazada por sus brazos con fuerza.

—¿Qué ha pasado, Mia? —Pregunta Garrett tras unos minutos en silencio dejándome llorar sobre su pecho. Niego con la cabeza y escondo el rostro aún más en su pecho, dejando que él conduzca hasta mi casa. Aunque no recuerdo haberme quedado dormida, pero me despierto en mi cama unas horas después, viendo por la ventana que ya ha anochecido.

—¿Estás mejor? —Pregunta Garrett entrando por la puerta de mi cuarto con una bandeja. —Te he traído comida.

Sonrío y veo que hay una lata de sopa y una bolsa de patatas, no entiendo la comida que me ha traído, pero cojo la bolsa y la abro para no hacerle el feo a un vampiro que no sabe nada de comida actual y que ha tratado de alegrarme.

—Gracias, Garrett. —Respondo y dejo que se siente a mi lado, no sé si contarle lo que ha ocurrido, pero sé que no me va a presionar para hablar si no quiero. Y sigo pensando en la suerte que he tenido al haberme encontrado a un amigo como él, que simplemente está a mi lado apoyándome, sin judgarme o sin obligarme a perdonar si o si a Sam.

—He estado con Sam, me ha dicho que me sigue amando y que ese beso no significó nada para él, y luego... y luego me ha besado. —Sollozo contra su hombro, haciendo que Garrett coloque su brazo sobre mis hombros. —No tenía derecho a besarme, no quería que me besase.

Antes de que me responda, escucho unos golpes incesantes en la puerta, Garrett me baja en menos de unos segundos por las escaleras y cuando abro la puerta veo que está Sam, con los ojos rojos por haber llorado y una carta en sus manos, me la da, deja un beso en mi frente, y antes de irse susurra:

—Por favor, léela, espero que puedas perdonarme.

Cuidado con el bosque  |SAM ULEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora