Capítulo 3

5.8K 424 10
                                    

La puerta de mi oficina se abre y May asoma su cara tímidamente.

-¡Hola! -me dice, entrando con una gran sonrisa. Nat la sigue detrás, tipeando algo en su teléfono.

-¿Es que Lydia va alguna vez a anunciarme que alguien llegó, o seguirá dejando pasar a todo el mundo? -le digo, dejando mis anteojos sobre el escritorio.

-Hey, no somos "todo el mundo".

-Un día me encontrarán desnuda si siguen entrando sin anunciarse.

-¿Qué harías desnuda en tu oficina? -protesta May, dándome un sonoro beso en la mejilla.

-No lo sé. Nunca se sabe. Pero quiero poder tener esa libertad.

-¿Estás lista para nuestro almuerzo de negocios? -me dice Nat, quitando la vista de la pantalla.

-Si, déjenme enviar esto... -termino de tipear en mi computadora, cierro la pantalla y tomo mi cartera- ...Y ¡listo!

...

El mozo se va con nuestros pedidos y me acomodo en la mesa, frente a ellos.

-Y bien, ¿van a terminar con tanto misterio y decirme qué sucede?

May se muerde los labios, tratando de contenerse y explotar en palabras. La conozco.

-Cuéntale tú -le dice a Nat, propiciándole un codazo tan poco elegante como certero.

-Bien, comenzaré yo -comienza a hablar Nat, dejando su teléfono sobre la mesa- estamos pensando en invertir nuestros ahorros en algo que hemos soñado durante mucho tiempo: una casa.

-Pero... -los miro a ambos intermitentemente, entrecerrando los ojos- compraron una casa hace poco tiempo...

-Si -interrumpe May, que ya no puede quedarse callada- pero esta casa no es una casa común.

-Estamos hablando de una casa lejos de aquí -continúa Nat- Es en la montaña.

-¿Se mudarán a la montaña? -trato de entender.

-No; sería nuestra casa de vacaciones... y de futuro retiro. Queremos vivir allí cuando seamos viejos -Nat le pasa un brazo por el hombro y May le acaricia el pecho con cariño.

-Ohhh... -arqueo las cejas y me llevo la mano al corazón- Eso es tan tierno.

Nat desliza su teléfono a través de la mesa y me muestra un mapa en la pantalla.

-Está a 8 horas de aquí, en auto. No es tan lejos. Pero necesitamos tu ayuda: queremos que la veas, que nos digas qué te parece, si necesita alguna reforma, algún arreglo, qué problemas puede llegar a tener... En fin, todo lo necesario para que nos aseguremos de que estamos poniendo nuestro dinero en una buena propiedad.

-Es genial que piensen en mí, pero les aclaro que en cuanto a inversiones, yo... -comienzo a explicarles que quizás yo no esté capacitada para aconsejarles en qué invertir su dinero.

-No te preocupes por nuestra economía -me interrumpe Nat- Estamos hablando también con Henry, que nos está asesorando y ayudando con las negociaciones.

-Lo que necesitamos -May parece muy ansiosa por terminar de hablar y contar todo de una vez- es que viajes con nosotros a ver la casa. El dueño nos permite alquilarla para vivir allí durante veinte días y terminar de tomar la decisión. ¿No es genial? Serían como unas vacaciones, todos juntos.

-¿Quieren que vaya veinte días a vivir a la casa? -los miro a uno y otro y May asiente, entusiasmada- Definitivamente quiero ayudarlos, pero ¡no puedo irme veinte días!

-¡Claro que puedes! -May parece ofuscada.

-Estoy atorada de trabajo, chicos. Tengo reuniones, responsabilidades... Lo siento, de verdad, pero...

-No tiene que ser ahora -Nat apoya su mano en el antebrazo de May, tranquilizándola- Puedes organizarte con tranquilidad para que, además de ayudarnos con la decisión, puedas disfrutar de unos días en la montaña. ¿Qué dices? Creo que necesitas unas vacaciones.

-Y ¿qué mejor que tomártelas con tus amigos y tu ahijado? -me dice May.

May conoce mi punto débil. Frunzo la boca, pensativa. Quiero ayudarlos. Es importante para ellos y mi ojo profesional puede hacerme ver cosas que a ellos no.

-Debería pensarlo. Debería chequear mi agenda, organizarme...

-¡Si! -May aplaude tan velozmente como el aleteo de un colibrí.

-No dije que sí -le apunto con el dedo índice- Sólo déjenme pensarlo, ¿está bien? Veré qué puedo hacer.

...

Nat nos despide en la puerta del restaurante para volver a su oficina y nos deja solas para que caminemos hasta la mía. Un buen paseo juntas nunca viene mal: podemos charlar tranquilas, cosa que casi nunca podemos hacer. Me toma del brazo y se sonríe.

-Me he enterado que ayer Henry se quedó en tu casa...

-Si, ¿y?

-Eso pregunto, ¿y? -se aprieta a mi brazo con más fuerza.

-Espera un segundo -me detengo en la acera y la miro de frente- ¿todavía estás esperando que en algún momento pase algo entre Henry y yo?

-¡Claro! -me responde, como si fuera algo obvio- ¿Te sorprende?

-Claro que me sorprende May -volvemos a caminar- somos amigos, y lo sabes.

-Lo sé...

-Y somos los padrinos de Phillipe.

-Lo sé...

-Y ya pasamos esa etapa -ella frunce la boca, y yo continúo hablando- No me mal interpretes. Lo quiero más que a nadie. No podría vivir sin Henry y si saliéramos, probablemente terminemos evitándonos de por vida.

-No lo creo. Henry te adora.

-Y yo lo adoro a él. Pero, créeme, no quisiera ser su novia. Ni él mi novio.

-No lo sabes.

-Lo sé. Y terminemos con este tema. No puedo creer que sigas con esto. ¡Pensé que lo habías dejado hace años!

-Que no hablara más de ello no significa que me haya dado por vencida.

-Oh, por Dios. Eres insoportable. Debes respetar lo que ambos queremos. Y lo que no queremos. Y dejar de entrometerte.

-¡Yo no me entrometo!

-Si. Decir estas cosas es entrometerte.

Se pasa los dedos por los labios y hace la mímica de arrojar la llave.

-Tienes mal carácter -me dice después de unos segundos.

-Lo siento, no quise hablarte mal. Sé que quieres lo mejor para mí. Es sólo que quiero mucho a Henry, pero no como tú quieres que lo quiera. Y sé que él siente igual que yo. Sólo espero que consiga una mujer que no sea una perra.

-Esta nueva novia es una perra, ¿no lo crees? ¿Cómo se llama?

-¿Yasmine?

-No se llama Yasmine.

-No logro recordar su nombre. Es increíble, pero sigo olvidándolo -caminamos en silencio un par de metros más, hasta que hablo- Siento haberte hablado mal con respecto a Henry. Estoy sobrepasada de cosas. Estoy agotada. sólo quiero estar tranquila un momento para poder disfrutar de las cosas. Siento que estoy corriendo detrás de todo. Siento que todo pasa alrededor y yo sólo tengo ojos para mi carrera y mi trabajo. Me esforcé mucho en lograr llegar a donde estoy, y me da mucho miedo perderlo.

May apoya sus manos en mis hombros y me mira a los ojos. Se queda en silencio unos segundos, como queriendo decir algo que no termina de salir de su boca, hasta que finalmente habla.

-Piénsalo. Este viaje es lo mejor que te podrá pasar.



Siempre túWhere stories live. Discover now