Capítulo 4

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Después de pasar un mes en Costa Azul volví a París para entregarme de lleno a la pintura. No fue fácil volver a pintar, sentía que la experiencia de la cárcel y sobre todo la separación con Camino me hacían experimentar una sensación de muerte, algo en mí o toda yo había muerto en aquel puente después de ese último beso en su mejilla, ahí se había quedado mi último aliento de vida, y ahora "vivo sin vivir y muero porque no muero" (Teresa de Ávila). Me costó seis meses poder volver a pintar y comencé con los bocetos que traía de la cárcel. Después de ellos todo empezó a fluir con mayor facilidad para darle vida a esta "Mujer entre las sombras".

Ni un solo día pude dejar de pensar en Camino. Todo el tiempo venía a mi mente su rostro, sus miradas, su sonrisa, su voz dulce y apasionada... En esos momentos mis pinceladas se volvían más fuertes porque era ella misma quien vivía en mi piel, en mis manos, en los pinceles. Así trascurrieron los días de aquel año, me volví un poco ermitaña. La verdad que dejé de salir, de asistir a aquellas tertulias que antes me atraían tanto, aunque sí continué leyendo, formándome y estando al tanto de cómo se movía aquel mundo que, por su cerrazón, nos había tratado con tanta crueldad y nos había impedido vivir nuestro amor.

Terminé los cuadros de los bocetos de la cárcel que eran 10, bastantes como para hacer una pequeña presentación de mi obra «La mujer entre las sombras», pero sentí la necesidad de poder pintar mis sentimientos con respecto a la separación con Camino, ya que no podía pintarla a ella porque tendría que dar demasiadas explicaciones de quién era y qué me motivaba pintarla. Alguien podría reconocerla por lo que no quería exponerla después de más de un año de no ponerme en contacto con ella. Así que pensé en transformar en paisajes todos esos sentimientos, me puse manos a la obra y fue un boceto detrás de otro sin parar. Fueron paisajes más claros, otros más oscuros, lluviosos, ventosos, primaverales... Creo que pasé por todas las estaciones del año, todos los climas, el día, la noche y todas las tonalidades tanto de la luz como de la penumbra y la oscuridad. Todos ellos eran distintos, pero tenían algo en común; una presencia. Una mujer que se mimetizaba con aquellas vistas y aunque se notaba que estaba dentro de los propios paisajes también parecía que brotaba de ellos. Siempre aparecía de espaldas al espectador como si ella también contemplara el panorama.

Desperté después de uno de esos días en que mi trabajo había sido tan productivo pero con la misma sensación de siempre, esa presión en el pecho que me impedía poder respirar con normalidad. En esta ocasión no me llevó a las pinturas y a los pinceles, sino que sentí la necesidad vital de escribirle a Camino, de ponerme en contacto con ella, de saber cómo estaba y de poderle decir cuanto la extrañaba, que el tiempo y la distancia no habían opacado para nada mi amor por ella, al contario, seguía creciendo sin parar como la hierba del campo después de la lluvia. Cuando me disponía a escribirle sonó el timbre de la casa y era mi gran amigo, con noticias de la galería donde expondría mi obra:

- Roberto, buenos días, ¿Qué lo trae por aquí?

- Perdón por venir sin previo aviso, pero justo pasaba por aquí y quería saber cómo ibas con los cuadros y cuánto tiempo crees que demorarás en terminar la colección, para ver fechas en la galería.

- Creo que me voy a demorar un poco más de lo que pensaba, porque agregue algunos cuadros más y estoy trabajando en ellos. Habíamos pensado como primera fecha exponer para julio, pero creo que tendremos que cambiar el plazo para septiembre.

- Por mi parte no hay inconveniente, reservaré la galería para ese mes y por lo poco que he podido ver de los cuadros pienso que la espera valdrá la pena sin duda. No la molesto más y la dejo seguir trabajando.

- Gracias por acercarse y por no poner inconveniente con el cambio de fecha, le aseguro que no se arrepentirá. Lo acompaño hasta la puerta.

Después de su partida volví a lo que quería hacer, que era escribirle una carta a Camino. Busqué papel lápiz y me dispuse a escribir aquellas líneas:

Louvre París, febrero de 1915

Querida Camino...



"Algo que recién está empezando"...Where stories live. Discover now