Capítulo 11

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Hoy me tocó visitar la galería en la que se llevaría a cabo la exposición. Quedaba en una de las calles más famosas de París, la Champs-Élysées. Era un privilegio poder exponer allí, pero con amigos de las influencias de Roberto todo era posible. El lugar era maravilloso, muy de vanguardia por la distribución de los ambientes de forma tal que te introducías a la obra del expositor desde un lugar central con la obra principal y desde ahí se abrían distintos pasillos con los demás cuadros, me parecía una maravilla. Era sumamente luminoso y no solo por la iluminación sino porque de día se aprovechaba mucho la luz natural.

-Querido amigo, no has podido encontrar mejor lugar para la exposición, la verdad que es hermoso y los cuadros quedarán geniales en cada uno de esos pasillos. "Sí que tendré que pensar la distribución de la colección y qué cuadro pongo en el lugar principal".

-Me alegra mucho que sea de tu agrado, Maite. Creo que después de tu última exposición, había que hacer algo por todos los aires y que tu talento traspase estas paredes y llegues más allá de los límites geográficos de este hermoso París.

Roberto se retiró y me dejó marcando los lugares donde irían los cuadros, midiendo las distancias y en la soledad y el silencio de aquel lugar me fue imposible no recordar mi última exposición en Acacias, con la compañía de Camino y por sobre todo pintándola a ella. Solo de recordarla me parecía sentir su olor, su perfume y me quedé extasiada recordando su piel, su cuerpo, sus caricias y sus besos dulces como la miel.

Tenerla cerca en aquel entonces produjo en mí un estallido de inspiración que dejó traslucir en cada pincelada la pasión y el amor que había vuelto a nacer en mí desde que ella entro a mi vida. No sé si Camino fue consciente de lo que su llegada a mi existencia significó en aquel entonces. Y después, cómo olvidar la cara de los vecinos del barrio que les parecía demasiado desvergonzado el contenido de mis cuadros, que locura aquella, no estaban del todo preparados para este arte que por aquí no causa ningún escándalo.

Mientras caminaba por los pasillos me detuve un instante para pensar y sin querer cerré mis ojos. Como si estuviera en uno de mis sueños sentí su mano rozando la mía de una forma tan cálida y al mismo tiempo sensual que se me aceleró el corazón en un instante. La vi caminar observando los lugares de los cuadros, preguntándome con esa mirada picara dónde iría cada uno y cómo me sentía con la exposición tan cerca además en ese lugar tan prestigioso. Un ruido de la puerta me hizo salir del sueño en el que estaba y me devolvió de un golpe a la realidad, estaba allí sola...

Ojalá pudieras estar aquí. Todo sería tan diferente... Pensaríamos las cosas entre las dos, podría preguntarte tu opinión ya que tienes un gusto exquisito para el arte, y podríamos caminar juntas de vuelta a casa. ¿Podría ser posible esto? Que nuestro amor tuviera una oportunidad, vivir del arte, juntas, y disfrutar cada momento de nuestra existencia una al lado de la otra sin miedos, con un poco de libertad, sin tenernos que esconder tanto.

Después de pensar estas cosas volví en mí.

Terminé de marcar los lugares, avisé al cuidador y salí de aquel lugar con una revoltura de sentimientos que me borraron de la mente si tenía que ir a otro lugar o si me había quedado un pendiente. Opté por caminar un rato, disfrutar de la vista, contemplar a las personas que caminaban a mi alrededor hasta que los sentimientos se tranquilizaron en mi interior y mi mente se despejó un poco. Hay recuerdos que están tatuados en mi piel, por eso mismo siempre latentes, y aunque ha pasado algo de tiempo parece que fue ayer.

Luego de esa larga caminata llegué a casa muy cansada, pero al mismo tiempo satisfecha con el lugar de la exposición y con el trabajo que había podido hacer. Al abrir la puerta me encontré con varios sobres y entre ellos hubo uno que me llamó la atención, ya que tenía impreso el logo de la Escuela de arte de la que fui alumna y la cual hacía mucho tiempo que no visitaba. Dejé aquellos sobres en la mesa y me llevé conmigo el de la escuela, lo posé sobre la cama y me puse cómoda. Cuando terminé de cambiarme de ropa y encontrar la bata que dejé por ahí al salir tan rápido, me dispuse a abrirlo y ¡vaya sorpresa!, contenía una invitación...

"Algo que recién está empezando"...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora