Capítulo 29

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Al despertarme sentí el calor de su cuerpo junto al mío, el olor de su cabello, la suavidad de su piel y la imagen de su cuerpo desnudo. Solo nos separaba nuestra propia piel, que al mismo tiempo era la que nos permitía fundirnos la una con la otra. Qué bella sensación, hacía mucho tiempo que no dormía tan bien y solo había bastado verla un instante, aunque luego saliera corriendo como si yo fuera un fantasma.

Sin duda esta bella mujer salida de un cuadro de Botticelli había visitado mis sueños para decirme que estaba de vuelta y que nuestro amor tenía una segunda oportunidad en un lugar donde podía florecer sin tanto miedo, sin tantas personas haciendo cosas para evitarlo o dando su opinión. Creo que verla me había dado todas esas certezas que necesitaba. Desde que visité Acacias ya se venían asentando, pero verla aquí terminó de derribar aquellos miedos de si sería capaz de salir de su tierra, de dejar a los suyos, de venir a este lugar lejano, nuevo, con otro idioma. Como siempre ella terminaba derribando mis miedos y dudas.

Pero verla correr y desaparecer me dejo pensando ¿Qué le habría pasado a mi niña? ¿Qué estaría sintiendo? Ya está hecha toda una mujer, desenvuelta como si hiciera mucho tiempo que viviera aquí, elegante y hermosa ¿Cuánto tiempo llevaría en París? ¿Dónde estaría viviendo? Se venían a mi mente muchas preguntas, lo próxima vez intentaría que no saliera corriendo al verme.

Hoy comenzaban mis clases en la escuela de arte y me hacía mucha ilusión volver allí después de la buena experiencia en los talleres con los alumnos avanzados. Tenía muchas cosas en mente para realizar en mis clases, desde nuevos materiales para utilizar en la pintura, como hacerlos nosotros mismos, la incorporación de nuevas texturas al óleo y muchas charlas sobre qué es el arte, qué trasmitimos al pintar o que deseamos trasmitir. La verdad que tenía muchas ideas.

Mi clase iniciaba a las 11 de la mañana, pero tenía que llegar a las 10h ya que habría un pequeño acto donde presentarían a los nuevos profesores que se unían a la Escuela. Dijeron que sería algo muy sencillo para no interrumpir el ritmo de las clases. Terminé el desayuno y comencé a preparar algunos libros que quería compartir con mis alumnos y junto con ellos les presentaría como sería nuestro espacio de clases. Tenía el tiempo un poco justo así que salí casi corriendo, pero logré llegar bastante a tiempo. Quien diría que el transporte público es tan efectivo, de ahora en adelante lo tendría muy en cuenta y así me podría relacionar con muchas personas diferentes.

Al llegar a la escuela no me dejaba de asombrar y cautivar la belleza de su entrada y los jardines a su alrededor. Caminar por allí y respirar ese aire mezclado con el perfume de flores, árboles y de vida nueva. En ese momento constaté que no me había equivocado al aceptar la oferta de las clases. Al llegar a la puerta principal ingresé al vestíbulo y me encontré con algunos de mis nuevos colegas que me saludaron con mucha alegría y respeto. Me quedé unos minutos hablando con ellos hasta que Chloé vino para mostrarme mi lugar de clases. Estaba justo enfrente de mi antiguo salón donde estudié Historia del Arte, al mirar hacia allí vi a aquella muchacha que había sido; con los ojos bien abiertos, tratando de aprender todo, entusiasmada y compenetrada escuchando sobre los más grandes de la pintura.

-Maite, te dejo sola para que te puedas preparar y dentro de unos diez minutos te esperamos en el salón de actos para presentarte a todo el alumnado.

-Dejo mis cosas y estoy con ustedes.

Coloqué los libros en el orden que quería presentarlos junto con algunos ejemplos de pinturas con la incorporación de nuevos materiales en el lienzo. Las dejé expuestas para que cuando fueran entrando los alumnos se encontraran con ellas. Al salir al pasillo me dirigí al salón de actos, pero cuando estaba por llegar allí vi en la entrada aquella silueta que conocía tan bien y que podía pintar hasta con los ojos cerrados. Era ella y estaba allí, no lo podía creer. Su parada inconfundible y entre sus brazos cuadernos de dibujo. No solo estaba allí, sino que era alumna de la Escuela, esta vez no dejaría que se fuera corriendo. Me fui acercando con cuidado y a medida que la tenía más cerca el corazón me latía más y más fuerte, estaba junto a ella una de las alumnas con las que había tenido clase en los talleres, ella me miró, sonrió y me dijo:

"Algo que recién está empezando"...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora