Día 3: BDSM

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Este capítulo es HinaKage, así que en caso que no te guste, puedes pasar al siguiente.

Los años de relación no eran en vano, llevaban tiempo viviendo juntos y las cosas habían mejorado con creces, cada día era un nuevo descubrimiento, se complementaban, se conocían aun más y sobre todo la intimidad era una de las cosas que exploraron al inicio con temor, expandiéndose en lo que son ahora, unos amantes locos por el sexo.

Cuando Kageyama empezó su trabajo de camarero en la fuente de soda frente a la plaza, se mentalizaba en cada turno a tener un buen semblante.

"No frunzas el ceño, no mires serio, trata de hacer una pequeña sonrisa aunque salga como una mueca de tus labios, habla animado, sé alegre"

Una y otra vez se repetía aquello, sobre todo en los momentos que la paciencia era lo último que quedaba dentro de su ser. Soportando insinuaciones incluso descaradas por mujeres y hombres, mordiéndose la lengua cuando algún cliente alegaba por la comida, por los precios, por la cuenta, por la existencia misma, y Kageyama solo quería plantarles el plato por la cara.

El dinero era escaso y la necesidad no le permitía renunciar, así que se tragaba sus quejas y continuaba su labor, con su rostro estoico porque a esas alturas ya no le importaba intentar ser amable, solo quería que su turno acabase, llegar a casa, darse una ducha relajante y desparramarse en la cama.

Sin embargo unos minutos antes que terminara su tiempo de trabajo, escuchó al cajero avisarle que la puerta se abrió e ingresaba un nuevo cliente, mascullando fue a atenderlo ante la orden dada, soltando un suspiro, y por fin dirigiendo su mirada hacia la persona en cuestión.

Sus ojos se cegaron ante la sonrisa deslumbrante que le daba aquel chico, hablando animadamente mientras le pedía un milkshake de frutilla y un trozo biscocho sabor naranja, finalizando con un por favor y otra brillante sonrisa. Un poco descolocado anotó torpemente la orden y se dirigió hacia la cocina chocando con una mesa en el camino. Sentía su rostro arder y su corazón seguía como loco ante la impresión por ese rostro aniñado en un adulto, continuando en un aturdimiento ante un mero gesto.

La visita de aquel chico con cabello peculiar fue constante, a veces con amigos, otras en solitario, y cada turno se iluminaba con su presencia, tomando un poco de coraje, al momento de dejarle la cuenta le preguntó su nombre.

— Shōyō Hinata

Y una sonrisa tímida le vio formular en sus labios antes de retirarse a otra mesa, volviendo hacia el chico que se había ido, pero dejó propina y su número de teléfono.

Las miradas que le regalaba Hinata en cada turno lo ayudaban a mejorar su cara al atender, aunque las sonrisas sinceras solo eran para él. Se mensajeaban cada momento y la tan esperada primera cita se dio. 

Desde esa salida las cosas cambiaron completamente, después de dos meses de tira y afloja se dieron cuenta que sus sentimientos eran correspondidos, y el motivo por el que el más bajo siempre iba en ese horario era solo para ver al guapo mesero.

Llevaban dos años de relación y dieron el paso juntos, buscaron un nuevo lugar para vivir, convirtiéndolo en su nido del amor, donde cada rincón era testigo de su pasión y las paredes un perfecto amortiguador de los incesantes gemidos por parte de ambos.

En ese periodo Shōyō había aceptado silenciosamente todas las peticiones de Tobio en el acto sexual, las miradas tímidas y coquetas que le regalaba en la intimidad lo encendía, le permitía probar nuevas cosas, apareciendo los trajes, los amarres, los juegos, el éxtasis los inundaba a los dos mientras sentía sus cuerpos rozar, notando la marca de sus dedos en el trasero de Hinata después de varias palmadas y este soltaba sollozos y chillidos acompañados de más.

Kinktober ☆ [KageHina]Where stories live. Discover now