28.「Wyanet」

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Jungkook había ido a aquel lugar guiado de una corazonada, aunque no le sorprendió encontrarse con la persiana bajada del restaurante. Eran la siete de la mañana, no había ningún motivo lógico para que ChungHee abriera un restaurante de comidas a esas horas.

─¿Y bien?

Hoseok le esperaba apoyado en el coche, mirando los nerviosos movimientos de su amigo. Jungkook le ignoró, dio vueltas por la acera, intentando pensar. Necesitaba encontrar una solución rápido. Su vínculo con Jimin le decía que aún seguía con vida, pero cada vez se encontraba más débil. Poco a poco, Jungkook también sentía cómo sus fuerzas se consumían.

Su vista se fijó en un callejón junto al restaurante, caminó hacia él. El lugar olía a la basura que rebosaba de los dos contenedores metálicos que se encontraban al fondo y a agua de desagüe, aunque eso no le impidió ver la puerta que se encontraba justo en el centro de la calle sin salida, en la pared derecha del restaurante.

Jungkook corrió hacia ella e intentó abrirla. Tiró, pero la hoja metálica parecía no querer moverse. Dejó caer todo su peso sobre el pomo hasta que, finalmente, se abrió con un estruendoso chirrido.

─¿Qué se supone que quieres encontrar aquí?

La voz de Hoseok a sus espaldas le sobre saltó, había estado demasiado preocupado por encontrar una manera de entrar como para fijarse en que seguía ahí. Jungkook suspiró y se giró, mirando de frente a su amigo. Hoseok le sacaba más de una cabeza, y era sumamente guapo.

No del tipo de persona que vas por la calle y te pararías a mirar, si no de esas personas que tienes que conocer muy bien para darte cuenta de que le salen hoyuelos cuando sonríe, que sus ojos brillan cuando está contento o de que su rostro es tan simple que eso lo hace perfecto.

Hoseok tenía una belleza sencilla que le hacía único, acompañada de una personalidad tan brillante como el Sol. Jungkook podía entender porqué Yoongi se había enamorado de él. Sabía que, para Hoseok, sus amigos eran lo más importante.

Sus padres se divorciaron cuando él era un niño. Su padre padre se mudó a Francia y llevaba años sin verle, y su madre se pasaba la vida entre viajes de negocios. La familia de Hoseok tenía mucho dinero, pero no era una familia. Y aquel calor, aquel cariño que no le aportaban las personas de su sangre, lo encontró en Jungkook y Yoongi.

Jungkook sentía las lágrimas queriendo escapar mientras veía a su alegre amigo mirándolo sin entender nada. Su madre no sería la única en quedar devastada si algo le ocurriese. Sin poderlo evitar, Jungkook se lanzó a los brazos de Hoseok, que lo cogió al vuelo.

─Hey, Kookie, ¿qué pasa?─Preguntó preocupado, mientras le acariciaba la espalda suavemente intentando consolarle.

Jungkook intentó recobrar la compostura antes de separarse y mirar directamente a los expresivos ojos de su amigo.

─Hobi, me has ayudado tanto que no podría terminar de pagártelo ni con una vida extra. Y no me refiero solo a hoy, siempre has estado ahí, a mi lado, ayudándome a levantarme cada vez que me caía. Igual que Yoon. Son los mejores y los más testarudos amigos que alguien podría tener. Por favor, dejad de fingir que no están locos el uno por el otro.─Jungkook sonrió cuando vio el sonrojo en las mejillas de Hoseok.

─Te quiero mucho, los quiero a los dos. Pero ahora necesito que dejes de ayudarme, ya has hecho suficiente por mí, más de lo que podría pedir. No puedo decirte demasiado, pero esto tengo que hacerlo solo.

─¿Por qué tengo la sensación de que algo malo va a pasar?─Preguntó, con la voz estrangulada y los ojos anegados en lágrimas.

Jungkook sonrió suavemente y acarició su mejilla.

Alpha's Owner «JIKOOK»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora