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—¡Dejen de gritar! —grité al teléfono.
—Perdón Emma pero pasa, sucede y acontece que tu mejor amigo... —se quejó Anthony— Pasa que tu... ¡Deja de rompernos las pelotas, Joshua Richards! —gritó. Ahí fue cuando volví a quedar sin tímpanos una vez más esa noche.
—¡Deja de gritar, hijo de puta! —grité y me alejé el celular del oido.
—Josh deja de... —colgué. Harta estaba de los gritos.
Salí del baño y Avani me miró extraño.
—Dile a tu novio que deje de gritarme porque de lo contrario voy a castrarlo a él también. —sentencié y me senté frente al espejo, comencé a desenredar mi cabello.
—¿Cómo quieres que te maquille, preciosura? —se paró Avani a mi lado.
—Vuelves a decirme así y te parto tu madre a ti también. —si, estaba enojada.
—¿Enojada? —no imbecil, como crees.
—Claro que no reina. —le regalé una sonrisa falsa— No quiero maquillaje.
—Ella si quiere maquillaje. —dijo Kio— Y no vas a decir que no.
—¿Ya le dijiste, Cyr? —preguntó Avani, Kio negó nervioso– Oh yo...
—¿Decir qué? —los miré por el espejo, ninguno habló— ¿Decir qué, la recontra puta? —ahora estaba al borde del suicidio, gracias por colaborar amigos.
—Nada, sorpresa. —respondió Kio y cargó a Jess— ¿Dónde está la ropa de la niña? —señalé el closet, Avani comenzó a peinarme.
La chica sabía maquillar, si. Pero no peinar porque iba a dejarme sin cabello.
—¡Mierda Avani, ten más cuidado! —dije quejanbrosa— ¡Me lastimas!
—Shh, calla calla. —me dió un golpe con el cepillo.
—No me pegues idiota.
—¿Acaso nunca te peinas? —preguntó la chica.
—Si, pero no como un animal. —le arrebaté el cepillo— Deja, mejor me peino yo. —susurré.
—Pero...
—Shh, calla calla. –le dí un golpe con el cepillo tal y como ella me había dado uno a mi.
—Perra vengativa.
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