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El misterio del amor es mayor que el misterio de la muerte.

-Oscar Wilde.

—No le des tanta vuelta a la huea y simplemente dime que pasa

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—No le des tanta vuelta a la huea y simplemente dime que pasa.

Me remuevo entre las sábanas. Mis ojos se sienten pesados y todos mis músculos parecen protestar cuando me estiro sobre el colchón. Una voz me trae de regreso de la tierra de los sueños.

—¡¿Qué mierda dices?! ¡¿Cómo chucha paso?! —prosigue y puedo identificar claramente que está apretando los dientes, en un intento por disminuir su tono disgustado. —¿No se supone que estas al mando?

Abro mis ojos e identifico al dueño de la voz. El Matías se encuentra de espaldas a la cama, completamente desnudo. Los rayos del sol alumbrando su piel bronceada. Oculto una pequeña sonrisa al notar su culo como primer plano, mientras observa por la ventana de la habitación

Una hermosa vista por la mañana... Sí, señol.

Con una sonrisita estúpida me incorporo en el colchón, dejando que la sábana caiga por mis muslos. Las cortinas se encuentran completamente abiertas, por lo que debo entrecerrar mis ojos cuando el sol me da directo en la cara.

Frunzo el ceño al notar que el castaño está hablando cada vez más bajo, con un tono que me deja claro que sea lo que sea que le estén diciendo es algo que le ha puesto jodidamente molesto.

—Eres un incompetente de mierda. Quiero que desaparezcas ese maldito laboratorio ya —dice a través de la línea telefónica. —No. Ahora mismo... No me importa, hueón. Agradece que tuve una noche maravillosa o iría ya mismo a meterte una bala en el culo... Te quiero a las diez en punto en Osiris.

Suspira dejando caer el celular con rabia a su costado, y pasa una mano por su pelo desordenado.

Sonriendo vuelvo a recostarme. Con los ojos entrecerrados le veo detenerse a mi lado, y observar mi cuerpo expuesto con una lentitud que pone a mi piel arder de manera automática.

Inhalo.

Deja de mirarme así maldito demonio sensualón...

Siento su mano pasearse lentamente por mi estómago y como su boca se pone en mi mejilla. Roza su nariz en mi piel sin dejar de mover sus dedos suavemente.

—Soy una jodida bestia alerta, cielo. No lo olvides. Sé que estuviste sentada mirándome y que ahora intentas engañarme —susurra en mi oído.

Sin dejarme protestar envuelve su boca en la mía y ahogo un suspiro, enrollando mis manos en su cuello. Se pone entre mis piernas y hago un sonidito de protesta cuando le siento duro allí.

Mierda... ni siquiera sé a qué hora nos dormimos. ¿Habré dormido cuánto? ¿Dos horas? ¿Tres?

Estuvimos toda la noche... Toda la maldita madrugada... Yisus.

UN HUEÓN PELIGROSO (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora