❝ Lo que hacen mamá y papá ❞ || MiChaeng

𓏲 Confianza pt.2

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Lágrimas de traición surcaban los ojitos de la rubia, su pequeño corazoncito dolido.

— ¡Chaeng! — gritó Mina al ver llorar a la coreana desde lejos. Se distrajo un poco con Lisa, pero ahora que buscaba a Chaeyoung con la mirada desde la caja de arena se encontró con que ésta estaba llorando, y ella no quería que su hermosa esposita estuviera llorando, por ninguna razón.

— ¡Chaengie! — se levantó dispuesta a correr para acunarla en sus brazos, pero Lisa le sostuvo la mano, impidiendo que esta lograra avanzar.

— ¡Mina! — la pelinegra forcejaba para liberarse del agarre de la castaña — ¡No te vayas!

— Quiero... ir... con.... Chaeyoung — hablaba pausada, diciendo una palabra y luego tratando de que la soltaran. Lisa se enojó por la preferencia de la nipona.

— ¡Si te vas ya no voy a jugar contigo nunca! — amenazó.

— ¡Bien! — dijo Mina — ¡Prefiero estar con Chaeyoungie y nunca jamás hablarte! — finalmente la soltó y Mina fue corriendo hacia la de mirada de bebé tigre, las niñas apartándose para que la japonesa abrazara a la niña que lloraba.

— Mina... — sorbió su nariz.

— ¡Chaeyoungie! ¿Por qué lloras? — le dio un cálido abrazo, apretando el torso de Chaeyoung con sus brazos lo más fuerte que podía — ¡Ya no llores Chaeyoungie, por favor deja de llorar! — tratando de tranquilizarla comenzó a repartir besitos por toda la carita de Chaeyoung, sin dejar de abrazar el menudito cuerpo—. Chaeng... — al ver que no paraba de llorar, ella también comenzó a crear gotas saladas de agua en sus ojos.

Las pequeñas estuvieron varios minutos abrazadas, sin poder parar de llorar, mientras solo eran observadas por las mujeres que poco comprendían lo que pasaba.

— ¡No me dejes, Mina! — dijo la coreana

— ¡No voy a dejarte nunca, Chaeyoung! — ya ambas estaban felices, pero aún no podían para de llorar. Aún seguían asustadas por casi perder a la otra. No volverían a perderse nunca más.

Las amigas de la hermana mayor de Chaeyoung, al ver que las dos no paraban de llorar, fueron contagiandose de a poco, comenzado así a derramar lágrimas de empatía, sollozando ruidosamente.

— ¡Mina! — se acercó Lisa — ¡Perdón por lo que dije, juega conmigo! — se disculpó, también llorando.

Ahora Taeyeon no sabía qué hacer con las seis niñas que lloraban a mares.

— ¡No! — le negó Chaeyoung, mirándola entre las gotas saladas con odio — ¡No te puedes acercar a mi esposa! — la abrazó posesivamente, ocasionando que la pelinegra se sentara en sus piernitas.

Lisa empezó a llorar más fuerte, las demás niñas también, víctimas de la empatía. La gente miraba curiosa a las niñas lloronas, preguntándose él por qué de su berrinche.
Una avergonzada Taeyeon encendía su teléfono, llamando a su esposa por algo de ayuda. A este paso ella también terminaría llorando.

Las pequeñas creadoras del llanto seguían pegadas como chicle, ajenas a los demás.

— ¡T-Te amo Chaeyoungie! — dijo Mina, hundiendo su cabeza en el pecho de la rubia

— ¡Yo también te amo, Minari! — respondió, acariciando sus mechones pelinegros.

Aún no dejaban de llorar, pero por lo menos su confianza estaba fortalecida ahora. Y ya no dudaban del amor de la otra, ni de que la fuera a cambiar por alguien más.

Limpiaron las lágrimas de la otra para besar sus húmedas mejillas y tibios labios. Sus corazoncitos alegres de nuevo.

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