❝ Lo que hacen mamá y papá ❞ || MiChaeng

𓏲 Cosquillas

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Empezaba el día. Los tenues rayos de sol dando calor poco a poco a las calles, desvaneciendo el frío de la noche. La pequeña Mina aún durmiendo, hecha una diminuta bolita, y Chaeyoung ya despierta, lloriqueando un poco.

— M-Minari... me duele... — decía con pequeñas lágrimas mientras apretaba su estómago.

Mina despertó al escuchar a la rubia, reaccionando lentamente hasta percatarse de las pequeñas lágrimas, levantándose enseguida para ver que necesitaba su amiguita.

— ¿Qué pasa, Chaeng? ¿Por qué lloras? —acariciaba con cuidado la pálida mejilla, sus cejitas fruncidas por la preocupación.

— Me duele mi pancita... — hizo un pronunciado puchero.

— Chaeng — dió un besito en la frente que comenzaba a transpirar — ¡No debiste comer tantos dulces! — reprendió.

— Pero son muy ricos... — se excusó.

— Si sigues comiendo tantos dulces, entonces... ¡ya no te daré besitos! — cruzó sus bracitos.

— ¡Pero Minari!

— Hum — se volteó, dándole la espalda a Chaeyoung, que aún seguía con un leve dolor estomacal, para dejar en claro que cumpliría lo que dijo.

Rápidamente, Chaeyoung abrazó a la pelinegra berrinchuda por la espalda.

Su linda niponita enojona

Recargó su cabeza en el hombro de Mina y dejó un pequeño beso en el blanquecino cuello, causando cosquillas en este.

— Perdóname Minari, porfaaaa — decía. La contraria negó, no haría caso hasta que prometiera no comer demasiados dulces —. Si no me perdonas... ¡Te haré muchas cosquillas!

Y antes de que Mina pudiera decir algo más, unas traviesas manos se metieron bajo su camisa y empezaron a pellizcar los costados de su adorable pancita.

Disolviéndose entre risas y quejas, la pelinegra terminó retorciéndose en el colchón como un gusanito, poniendo sus manitas como resistencia en vano.

— ¡Ya, ya, Chaengie para! — pedía entre risas, lágrimas deslizándose de sus ojitos por tanto reír.

— ¿Me darás besitos? — preguntó aún sin parar el movimiento de sus deditos sobre el estómago de su menor.

— N-No... — respondió. Chaeyoung paró con las cosquillas con sus dedos.

Pero en cambio se inclinó sobre Mina, levantando su camisa para pegar sus labios a un costado del estómago de la nipona, soplando, causando que sus labios vibraban y aumentarán las cosquillas. Mina chilló agudo, ese era su gran punto débil.

— ¡Está bien, está bien! — gritó aún riendo — ¡Te daré besitos, pero para, para! — finalmente Chaeyoung dejó de hacerle cosquillas, mostrándole una sonrisa de victoria mientras Mina se sentaba.

— ¿Me das un besito ahora? — Preguntó, a lo que Mina solo se inclinó para dar un rápido besito en su mejilla — ¡Otro! — pidió con entusiasmo Chaeyoung, así que ahora Mina tomó entre sus manitas las mejillas sonrosadas para dar otro rápido besito, y otro, y otro, y otro más.

Al final toda su carita quedando llenita de besitos cariñosos.

— ¿Te sigue doliendo la pancita, Chaeyoungie? — Preguntó con preocupación.

— Solo un poquito, pero tus besitos me ayudan a curarme. ¡Quiero otro besito! — y tomó las regordetas mejillas de Mina, acercándola para besarla, pegando sus labios por un prolongado rato. Pero sin moverlos, solo manteniéndolos juntos.

Al separarse ambas tenían las mejillas sonrojaditas, sus ojitos soñadores brillantes y tímidas sonrisas.

— Te quiero mucho, Minari — la abrazó.

— Yo también te quiero mucho, Chaeyoungie — contestó, dejándose caer en la cama mientras bostezaba —. Quiero dormir otro ratito — puchereó.

Sin decir nada, Chaeyoung se acostó a su lado, llevando su mano a los cabellos pelinegros para acariciarlos, arrullándolo. Usando el pecho de Chaeyoung como almohada, mientras acariciaba la espalda de la misma, Mina iba quedándose dormida junto a la mayor.

No había mejor burbujita rosada de azúcar y tranquilidad que la que ellas mismos creaban.

— ¡Chicas, a desayunar! — dijo Tiffany, entrando al cuarto. Las pequeños se quejaron.

— ¡Noo! — dijeron al unísono — ¡Queremos dormir otro ratito! — se abrazaron, pegando sus cachetitos mientras se rehusaban a levantarse.

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