Niño (Pt.2)

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Sueño, Mikasa no comprendía el porqué tenía tanto sueño. Sus párpados pesaban cada vez más con cada paso que daba y su cuerpo se sentía igual que como cuando terminaba su rutina de trote en el gran campo de entrenamiento de la legión. Fue suerte que no se haya desplomado a mitad de la calle. Además, si no fuera porque percibió su mano sola, no se hubiera dado cuenta que habían llegado a la humilde morada que compartía aquel niño con su madre.

El lugar era pequeño y húmedo. No habían muchas cosas tampoco, solo una cama junto a un clóset. De igual manera, Mikasa pudo darse cuenta gracias a una de las puertas entreabiertas del closet, una vajilla y uno que otro juguete.

Con unas tenues palmaditas al colchón, Levi le indicó que tomará asiento. La joven sintió su corazón derretirse al verlo organizar la almohada y cobijas para que estuviera mucho más cómoda.

Sin pensarlo dos veces, se acercó y subió. No era el más cómodo del mundo, su mano pudo tocar algunas bolitas y la tela estaba tanto sucia como raída. No dejó pasar la expresión tímida e incómoda del infante; su cabeza se encontraba gacha, su largo flequillo cubría sus ojos creando así una sombra y sus deditos jugaban entre sí.

Con una pequeña sonrisa, Mikasa posó su mano sobre su cabellera y la revolvió, llamando así su atención. Así también, soltó una risa al notar como sus mejillas se sonrojaban por su acto.

—Colócate junto a mí —le dijo en tono suave. Él la observó extrañado por su petición—. Tampoco me gusta alejarme de tu lado.

Levi ensanchó sus ojos y volvió a desviarlos. Si bien no se arrepentía de las palabra que le dijo anteriormente, no podía evitar pensar que fue un acto bastante impulsivo.

—¿Tu madre no se enojará si se da cuenta que viniste acá solo? —le cuestionó Mikasa, cuando este ya se había posado junto a ella.

—No vine solo —giró a verla a los ojos—. Contigo nunca me siento solo.

Los labios de Mikasa formaron una "o" ante aquella frase. Recordó que su capitán le dijo algo similar tiempo atrás.

Fue hace algunos meses atrás, donde él atrapó una fuerte fiebre y ella pidió ser voluntaria para cuidarlo. Una noche, donde su temperatura era más alta de lo usual, en lo que ella colocaba una toalla húmeda en su frente, le musitó:

—Has de sentirte solo.

Se refería específicamente al hecho de estar encerrado todo el día en su habitación sin sentir el bullicio de los soldados y su escuadrón. Y justo en el momento en que tomaba las cosas para irse él soltó pasivamente...

—Contigo a mi lado jamás podría llegar a sentirme así.

Recuerda perfectamente lo rápido que su corazón latió y el temblor de sus manos a causa del nerviosismo. También recuerda que simplemente le dijo un "Buenas noches, capitán" acompañado del saludo y se encaminó a su cuarto a paso veloz. La única manera que descubrió para dormir fue autoconvenciéndose que todo era culpa de la fiebre.

"Si" pensaba "fue un delirio, sólo eso"

Pero ahora, ¿por qué su cuerpo reaccionaba igual que aquella vez?

"É-Él es"

—L–Lo siento —el tartamudeo del niño la expulsó de sus cavilaciones—. Yo no debí decir...

—Tranquilo —musitó, colocando una de sus manos sobre su mejilla—, no me molesta que me digas esas cosas —Levi suspiró un tanto aliviado—. Para que no te sientas tan tímido, ¿Sabías que siempre he querido decir que tus ojos son muy bonitos, capitán?

𝖨 𝗐𝖺𝗌 𝖶𝗋𝗈𝗇𝗀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora