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Mew Suppasit, es un joven y atractivo alfa pura sangre, muy rico y poderoso pero también muy cruel y despiadado cuando se acerca su celo.

...-¡Venga vístete y lárgate ya!, ¡quiero estar solo!- gruñó al omega desnudo a su lado.

-Pero quiero quedarme contigo está noche- habló meloso el rubio omega prostituto.

-¡Ni lo sueñes perra!—gruñó de nuevo este—... ¡solo te necesité para una maldita cosa y ya lo hicimos... así que vete de mi casa!.

El omega se vistió en seguida y tembloroso salió echando chispas de allí pues definitivamente ese cliente era un alfa muy guapo y sexy pero también era muy déspota.

Mew se metió en la ducha para quitarse el olor dulzón del omega, que aunque durante el sexo llegaba a soportarlo pues su grado de excitación le turbaba el sentido del olfato, tan pronto esta se bajaba, le era imposible soportarlo.

Para él, el olor de los omega tanto si eran hombre o mujer le eran igual de empalagosos y terminaba siempre por echarlos de malas maneras.

Este era un empresario muy deseado, que a sus veinticuatro años, le sobraban las conquistas pero no le duraban pues se definía por su fuerte carácter.

Había heredado  de sus padres gran parte de su inmensa fortuna, tras morir junto con su hermana en un fatídico accidente de helicóptero.

Era dueño de varias empresa dedicadas a la construcción de hoteles, museos y demás grandes edificaciones.

Mew era también uno de los solteros más cotizados de la ciudad, por lo que todos los grandes empresarios querían casar a sus hijos o hijas con él para así unir sus empresas y dominar el mercado.

A este solo le interesaba el sexo y no quería compromisos pues no creía en el amor ni el matrimonio, por lo que le servían hombres o mujeres, aunque siempre prefirió que fuesen hombres pues con ellos el sexo era más salvaje.

El joven alfa trabaja mucho y pasaba multitud de horas en su oficina, arreglando todos los problemas y se pasaba el tiempo de reunión en reunión, por lo que rara vez salía a distraerse, rechazando varias cenas, comidas o fiestas a lo largo del año.

Nunca había sentido la necesidad de marcar a ningún omega pues sólo se movía por el instinto de encontraba a alguien que le atrayese, follar y luego buscar a otro.

La mayoría de los omega que se tiraba, los conseguía en su trabajo pero también alguna vez recurría a la agencia de omegas de su confianza, donde los mantenían limpios, libres de embarazos o adicciones, como drogas o alcoholismo.

Este pagaba bien los servicios de estos, así que los dueños le mandaban lo mejor que tenían, pasando así todo tipo de omega hombre y mujer, rubios, morenas, pelirrojos, altas, bajas, delgados, rellenitos, nativos y extranjeros por su cama.

Infinidad de omegas que no le hacían sentir nada más que un rato de placer y que pasada la euforia lo volvían a dejar igual de vacío que antes.

Los otros empresarios siempre lo asediaban con fotos e informenes de sus hijos e hijas y para él era agotador pues nunca aceptaba, ya que no quería cometer un error e incluso que lo engañasen para obligarlo a casarse.

Este pensaba que eso del matrimonio no estaba hecho para él y se consideraba un lobo solitario que hacía lo que le da la gana, con quien quería y cuando le placía, nunca se arrepentía.

Muchas veces daba largos paseos nocturnos por el gran jardín que rodeada su mansión, tenía mucha gente a su servicio pero jamás se había mezclado con ninguno de ellos, ya que su orgullo no le permitía ni siquiera pensar en tomar a una de sus doncellas o a su joven jardinero, a pesar de eso, le gustaba tener mucha belleza a su alrededor y observarlos.

Esa noche pensaba en lo que algunas revistas y periódicos habían dicho sobre él pues lo tachaban de arrogante y presuntuoso, además de otras difamaciones como la de que su actitud más bien era de alguien que tenía miedo a enamorarse, por no dar la talla o simplemente porque tenía miedo al amor.

Él no se veía tan arrogante ni creía que tuviese miedo alguno, simplemente​ era un alfa que no creía en la idea de que existía eso a lo que todos llamaban "destinado".

Él no creía que fuese real pues eso supuestamente sucedía cuando un omega y un alfa se encontraban y conectaban para siempre, de tal forma que el alfa a través​ de la mordida transmitían su dominio y que tanto el omega no podía vivir sin su alfa como el alfa no podía mantenerse alejado de su omega.

Había escuchado que los alfas solo pensaban en proteger a su omega de los otros alfas y sólo con ese omega alcanza el máximo éxtasis en la cópula.

No creía que existiese nadie así para él pues a parte de que la mayor parte del tiempo le molestaba sus aromas, sentía que todos los omega eran tan solo objetos de posesión momentánea.

Por lo que se reía con burla diciendo; «esas son puras patrañas de gente que prefiere creer en el amor para siempre, por miedo a quedarse solo».

3. «Pobre Omega Infeliz» -Mewgulf, Zaintsee, Offgun Omegaverse TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora