Capítulo 2. Melissa Lexington

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Chloé teniendo una pesadilla

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Chloé teniendo una pesadilla...

Flashback...

Tenía dieciséis años de edad. En una habitación con mi madre y mi hermana menor, Lara, reíamos sobre algo que comentaron. Era uno de esos escasos momentos de alegría que compartía con ellas, hasta que llegó mi «simpática» hermana mayor Ángela.

—Hola, cuánta risa hay en esta habitación —dijo con su habitual rostro de amargura. Suspiré fastidiada por su comentario. Tomo mi celular ignorándola, comienzo a enviar y recibir mensajes de texto. Sonrío al recibir uno en especial que acelera mi corazón.

—¿Qué tanto te ríes de esa manera tan enamorada? —trata de mirar mi celular, pero enseguida lo aparto de su vista—. ¿Por qué lo escondes? ¿Qué tienes que ocultar? —sigo ignorando sus desagradables preguntas. Ella comienza a molestarse y sé a dónde quiere llegar con todo esto.

—¿No tienes cosas que hacer, Ángela? ¿Un esposo que atender, por ejemplo? —le digo con sarcasmo y solo empeoro la situación.

—Bueno, ya basta con ustedes dos, ¿pueden dejar de discutir? —trata de intervenir mi madre.

—Pero ¿qué tiene que ocultar? Puedo apostar que esos mensajes que está recibiendo son de su amiguita, la misma que siempre trae a casa y se la pasan encerradas en su habitación todo el tiempo —dice Ángela tratando de insinuar cosas de las cuales no tiene la menor idea.

Ángela se lanza sobre mí para tratar de quitarme el celular de mis manos. Cometí un error muy grave al no borrar los mensajes que acababa de recibir. Ella logra despojarme de mi teléfono y se levanta rápido para llevárselo. Corro tras de ella intentado quitarle el celular o pedirle que me lo entregue, no puedo parar de llorar, pero tampoco quería golpear a mi hermana mayor. Logré tomar una parte de mi teléfono y forcejeo con Ángela para que me lo entregue. Ella perdió el control como siempre lo hace cuando se molesta. Comenzó a golpear mi cabeza con mi propio celular diciendo cosas tan enojada que no podía entender entre mi llanto y sus gritos. Mi hermana menor Lara trataba de que Ángela dejara de golpearme. Yo aguantaba cada golpe tratando de recuperar mi teléfono celular. No se detuvo hasta que vio mi cabeza sangrar. Lara logró apartarla de mí cuando me vio herida. Ángela no tuvo ningún tipo de remordimiento en su mirada, estaba llena de odio. Logró leer mis mensajes de texto.

—¿Quieres tu celular? ¡Pues jamás lo tendrás! ¡Estúpida! —lo lanzó contra la pared destrozándolo por completo. Estaba al descubierto nuevamente y las consecuencias serían graves.

Mi madre no reprendió a Ángela por haber destruido mi teléfono, ni siquiera por haberme golpeado hasta sangrar. Supongo que me lo merecía porque para ellas mi comportamiento con mi amiga estaba mal. Me fui a mi habitación para llorar durante varias horas por la injusticia que se había cometido en mi contra, con mi cabeza lastimada. No entendía cómo alguien puede odiar tanto a su propia hermana, aunque conocía bien el motivo de su odio hacia mí. Tampoco entendía cómo permitían que Ángela me tratara de esa manera.

Todo lo que escondes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora