Capítulo 34: El rey Marco

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El peso de tener que cargar a todo un reino a las espaldas es muy grande. Por ello no cualquiera puede ser un rey, pues si este no es capaz de gobernar sobre su pueblo, entonces su pueblo gobernará sobre él.

— Anónimo

Se hallaba sentado en su trono cubierto de pieles de bestias. Tenía un codo apoyado en el reposabrazos y su rostro descansaba sobre su mano. Junto a él estaba uno de los trols que le servía, un salvaje para ser precisos. No recordaba su nombre, pero lo reconocía con facilidad por su pelaje negó y canoso, y porque era el que siempre le hablaba sobre aquellos temas que le afectasen a él o al reino. Le estaba hablando sobre algo relacionado con algunos trols y lo que su reinado representaba para ellos, o eso era lo que él más o menos creía.

A decir verdad, el tipo no estaba muy concentrado en escuchar, pues su mente estaba en otra parte: con Eclipsa.

Habían pasado dos días desde la partida de la mewmana, y en esos dos días Marco no había dejado de pensar en ella. Al despertarse dos días antes, encontró una nota atada a su espada, justo encima de su cama. Se la leyó tantas veces que su texto había quedado grabado en su mente:

Querido Marco,

Ahora mismo no estoy en el mejor de mis momentos. La situación con Globgor no salió como hubiese querido, y ahora me encuentro algo dolida, así que me gustaría pasar un tiempo a solas para recuperarme.

Por favor, no intentes buscarme, tan solo necesito tiempo. Y no te preocupes, no pienso irme para siempre. Volveré en algún momento, tan solo no sé cuándo.

Espero que esto no te moleste.

Saludos, Eclipsa.

P.D.: Siento dejarte solo ahora que sé que necesitas apoyo como nuevo rey de los trols, pero en mi estado actual no soy de ayuda para nadie. Espero puedas entenderme.

Aún seguía repasando su texto en su cabeza, y no paraba de darle vueltas al asunto. Por pura lógica, Marco creyó que la relación entre ella y Globgor había acabado, ya que la reacción de Eclipsa le recordó a él cuando decidió irse a Mewni para alejarse un tiempo de la tierra cuando Jackie lo dejó.

Claro que solo era una mera especulación desde el punto de vista más lógico posible. Pues el tipo no iría a buscar a Globgor para preguntarle lo que pasó. Tan solo no podía evitar pensar en cómo le estaría yendo a la mujer, pues a saber sí no le pasaría nada allí donde fuera. Tal vez estaría en el bosque, en alguna cueva, o quizá en una cabaña desconocida para él.

Marco quitó la cabeza de su palma, apoyó los codos en las rodillas y luego juntó sus manos, pensativo. Sabía que Eclipsa era una mujer cuerda y cauta, por lo que no cometería una locura así porque sí. Por otro lado, su estado anímico no sería el mejor, dada la situación...

— Rey Marco, ¿escuchaste lo que dije? Rey Marco —pronunció el trol a su lado.

Aún no me acostumbro a que me llamen así.

— Sí, lo he oído, esto... —movió la mano para indicar que entendía de lo que le había hablado, pero quedó callado intentando buscar el nombre del monstruo en su memoria.

— Soy Forkest, rey.

— Sí, Forkest. Lo siento, aún no me acostumbro a los nombres.

— No te preocupes, mis hijos tampoco se acuerdan de mi nombre.

— Oh. Emmm, siento oír eso.

— Lo sé, suelen decirme padre o papá —Marco sacudió la cabeza—, pero eso no importa, lo importante es que sepas lo que está ocurriendo. ¿Lo sabes?

Marclipsa - La era de la oscuridadWhere stories live. Discover now