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Joaquin aún no entendía la risa de los mayores, parecía que trataran de
abstenerse de reírse más genuinamente del menor. Cosa que en realidad no
pasó desapercibida por el Omega castaño.

Unos golpes en la puerta fue lo que despistó tanto a los Omegas como al Alfa
del hogar. El señor Osorio fue el que ésta vez se había levantado para ir a recibir
a quien sea que estuviese golpeando la puerta de entrada.

No pasaron ni dos segundos en que la puerta fue abierta en que un chico con
cabello rosado se lanzó a los brazos del hombre. El Alfa lo recibió con los
brazos abiertos, le parecía muy tierna la actitud del Omega de aroma tan
acaramelado.

-Me alegra que hayas podido llegar, Dan, seguro que Mailo se pondrá
feliz de poder tenerte aquí- Comentó el Alfa, como si no sintiera la
penetrante mirada desde el Omega castaño hacia el Omega pelirosa- Le
encantará tener a su anterior Omega aquí-.

-En serio? En serio extrañaba tanto a mí Mailo, además, ¡Se ha vuelto tan
apuesto! Seguro tiene muchos Omegas a sus pies.. -Susurró el Omega,
hablando muy bajito sus últimas palabras, a pesar de que sabía que debía
fingir ante ese castaño, de repente sus piernas temblaron ante la tajante
mirada del castaño-.

Joaquin no tenía palabras, escuchaba cada una de las babosadas que tanto el
padre de su Alfa decía, como lo hacía el otro Omega. En realidad, le hallaba
un gran parecido a Emilio de alguna forma, aunque era solo por su rostro,
no compararía a su Alfa con un Omega tan chillón.

Todo en una cafetería/EmiliacoWhere stories live. Discover now