XIV: Caída

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XIV: Caída.

Harold no podía creer lo que estaba oyendo y sin duda no podía ser una alucinación, había esperado tanto para eso, pero Dumbledore le pedía perdón de algún modo como si de esa forma tratara de aferrarse a su vida.

Abrió la boca por la sorpresa al oír a Dumbledore pidiendo perdón, su mano se llevó a el hombro del hombre mientras su director estaba en el suelo y respiraba con muchísima dificultad.

- ¿A que se refiere, señor?

- Sé que... - Dumbledore buscaba su varita, pero Harold a tomó entre sus manos, alejandola. - Harry...

El moreno negó con la cabeza, debía darles tiempo y aún no llegaban, trago saliva con dificultad. Sabía que Dumbledore podía usar magia sin varita pero también sabía que con este artefactos se canalizaba en esta y tenerla lo más lejos posible, le daría una ventaja mayor.

- Harold. Usted me llamó así. ¿Por qué, qué sucede?

- Perdón, muchacho.

Se oyeron pasos cerca, Harold se alejo unos centímetros de su director, Dumbledore se puso de pie mientras que tomaba su varita sin que Potter se diera cuenta.

Era la hora de su derrota.

°°°

Draco los guiaba con una sonrisa mientras oía la risa escandalosa de Bellatrix detrás suyo, aquello le daba una enorme satisfacción. El momento estaba cada vez más cerca, sentía en sus manos el poder y cada paso estaba más cerca de la derrota de Dumbledore, su rostro delataba cualquier indicio de miedo, pues tenía una enorme sonrisa.

Sentía por todo su piel la adrenalina correré, por cada vena y arteria, como si brincara dentro de su cuerpo y le exigiera hacer algo, a los pocos segundos era él quien reía en vez de su tía.

- ¡Boom! - Una carcajada sonó y un salón fue destruido. - ¡Bam!

- Deja de hacer eso, Bellatrix.

Murmuró divertido al ver cómo su tía se entretenía con aquellas explosiones en el castillo. Pero le daba un mejor toque, el toque de los mortifagos.

- Vamos, Draco. Intenta hacerlo tú. ¡Es realmente divertido, sobrinito!

El rubio vio su reloj una vez más, tenían tiempo de sobra como para hacer lo que se le plazca antes de llegar a la torre de Astronomía, podía divertirse un poco más. Bellatrix los guió por todo el castillo para destruirlo.

Mesas, sillas y las arañas rotas, en pedazos, caían en cascadas cada que las alzaban para hacerlas trizas.

- ¡Eso Draco!

- ¡Bombarda Máxima! - Señaló el gran comedor, todos soltaron una carcajada al ver aquel lugar quedar en caos, incluso las paredes parecían a punto de romperse y el techo encantado se veía más triste. - Eh querido hacer eso desde que estoy en segundo año.

- Me enorgulleces cada vez más.

Llegaron después de un rato al inicio de la torre de astronomía, fue suficiente del destrozo del castillo para dejarles un poco más de trabajo del que tendrían de ahora en adelante. Cuando llegaron a la aula, Harold veía a su director, que lo señalaba con una varita.

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