Capítulo 1: Suerte la mía

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Cuando planeas una cosa con tanto esmero, de vez en cuando te resulta algo totalmente diferente. Bueno, algo parecido le ocurrió a Mia.

Eran alrededor de las diez y media de la noche, el toque de queda fue levantado hace media hora. El mundo estaba prácticamente en medio de una pandemia por el repentino brote de Coronavirus, y Mia estaba consciente de ello.

Con su enorme mochila trayendo su móvil, cargador, estereotipado portátil que funciona con luz solar, billetera con identificación, audífonos, utensilios de uso personal, unos cuantos aperitivos, y un par de armas para defensa propia (También hasta unas cuantas prendas de ropas y zapatos). La chica de quince años, salió de todas formas sin importarle el peligro.

Caminaba con tranquilidad por la desoladas calles de la ciudad. Y, a pesar de estar un tanto fría la noche, ella tan sólo vestía una falda a la cintura, tenis, camiseta con diseño de un gato más el descote en la espalda y un abrigo con orejas de panda. Si, así de sencillo. Además de mantener por obviedad su cubrebocas favorito de EXO por supuesto.

Mia estaba demasiado aburrida de seguir viviendo en la misma casa que su degenerado tío. Por lo tanto se contactó con su compañera del instituto y mejor amiga, para darle aviso que ya iba en marcha hacia su casa. Su vida iba de mal en peor. A su edad (de hecho desde muy joven), se vio en la obligación de trabajar para poder sustentarse por la ausencia del único ser amado que le quedaba, su adorada madre.

Resulta que su tío llegó como siempre, totalmente ebrio ofreciéndole puños. Mia no se contuvo en aceptar la oferta y acabó dejando al hombre inconsciente. Quien sabe, hasta ya lo envió directo al infierno. Bueno, aunque lo deseaba con todo su ser, el mal nacido seguía vivo, inconsciente, pero vivo. Y por el hecho de que cuando reaccione tal vez se las cobre, fue que decidió huir de casa. Ella estaba agradecida de que su querida amiga Lizz aceptara recibirla, claro que fue también su madre.

La señora Mily ha sido una madre para Mia también. Siempre le dejó en claro que las puertas de su casa estarían abiertas para ella, y aunque con todas sus ganas deseaba aceptar y vivir con ellas, no quería abusar de su amabilidad. Pero ahora fue demasiado que aguantar.

ㅡAl fin. Éste será el comienzo de una nueva vida ㅡmurmuró para sí misma.

De pronto a medio camino. Sintió algo moverse con violencia en su mochila. Mia se detuvo en seco totalmente desconcertada.

ㅡPero que mier....

Otro movimiento brusco junto a un maullido. Mia jadeó ㅡ¡Luna!

La quinceañera se quitó rápidamente la mochila. En medio de su rápido escape, se había olvidado por completo de su querida gata, ¡la única compañera que le quedaba en casa!. Luna debió notar que Mia estaba a punto de escapar, y decidió ocultarse dentro de su mochila.

Mia sonrió ㅡMenos mal que lo hiciste bonita ¡ah! definitivamente eres una chica muy inteligente ¿verdad? ㅡla gata ronroneó ante su toqueㅡ Aww... si eres una cosita tan linda mi bebé hermosa ¡quien es la bebé de mamá! ¡quien es la consentida de mamá!

ㅡ¡Hey! ¡Quién anda ahí! ㅡse oyó una voz a modo de grito.

Mia palideció ㅡOh mierda ¡me descubrieron!

Mia divisó el uniforme de los militares que se encargaban de patrullar las calles durante el toque de queda. Los hombres llevaban en sus manos, sus enormes armas con las cuales amenazaban a las personas que violaban el toque de queda. Personas como Mia por supuesto.

Y ella no quería acabar siendo acribillada por miles de rifles, o menos acabar tras las rejas para luego darle aviso al viejo verde de su tío por lo tanto, tomó el último recurso que le quedaba.

Tʜᴇ ʟᴏᴛᴜsᴇs ɪғ ᴛʜᴇʏ ғᴀʟʟ ғʀᴏᴍ ᴛʜᴇ sᴋʏ? (AU MDZS + Transmigración) [TERMINADA]Where stories live. Discover now