CAPÍTULO 05

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Qué difícil tenía concentrarse cuando Margaret la usaba de su perchero humano. Ella hacía como si no existiera y aún con toda la paciencia que tenía, que era demasiada, la estaba llevando al límite. Detestaba las sesiones de fotos, sobre todo porque tardaban horas intentando hallar un rostro bonito para la portada de Insight y las modelos no eran para nada amigables.

En ese momento tenía una asquerosa bebida dietética en la mano izquierda, su cuaderno de apuntes en la derecha, la pluma en la cabeza, la gabardina sobre su brazo y su bolso al hombro. No hacía falta agregar que había llegado al trabajo hecha un desastre. Wanda le había aconsejado no ir y puede que algo sobre inventarse alguna enfermedad mortal; pero no era una opción. La única cosa que rescataba de esa espantosa mañana era que no había visto el engreído rostro de Steve. ¡Como la aliviaba! porque no había podido cerrar sus ojos en toda la noche por causa suya. En realidad, por todo sobre lo que Anne le había dicho.

No había nada, ni un solo rastro del él en el estudio. Era un cretino mimado que andaba por el mundo como si fuera el amo y señor de todos, y no le agradaba la sensación que la tenía inquieta. Debía despejar su mente, no debería molestarse en averiguar su vida de todos modos.

— ¡Nancy!

— Es Natasha...— murmuró entre dientes, pero ella logró escucharla.

— Sí, eso dije. — sonrió y le entregó el tablero que llevaba entre sus manos. Natasha empezó a realizar cuentas mentales y sus ojos casi salen de órbita cuando supo que apenas iban por la número tres de veinticinco.

— Es la lista de las modelos faltantes, debo irme ahora; estoy tan atareada. Una mujer como yo se merece un descanso, así que luego debo pasar a mi sesión de yoga— su dedo índice; largo, frío y con manicura cara, dio dos golpecitos en su frente lisa—. Deberías de probarlo, el estrés trae arrugas— se quejó con la más admirable de sus actuaciones, en las que parecía estar angustiada y al borde de un desmayo—. Bien, nos vemos.

Ella ya no iba a discutir por lo último, la dejó marchar y no se molestó en devolver el saludo, Peggy ni siquiera lo notaría. Estaba tan frustrada. Quería escribir, quería explorar, probar su suerte... Y por desgracia le esperaba un día agotador en el que apenas tendría tiempo para el almuerzo y luego volver a su suplicio.

Necesitaba un empleo real, pronto, porque su profesión no consistía en llevar cafés por las mañanas. Ella escribía, podía hacer artículos que valieran la pena y no argumentar cuál color de uñas estaba de moda esa temporada. Eso era pura basura que podía encontrar en un blog cualquiera. Ella creía en sí misma, su padre ya lo había hecho en su lugar durante mucho tiempo, ahora era su turno.

Sonrió nostálgica mientras avanzaba hacia un banquito cerca de la pantalla del camarógrafo para poder visualizar mejor las imágenes, arrojó la botellita de té lejos de ahí y se dedicó a observar a detalle durante un largo rato. Mientras las horas pasaban, más pesados se volvían sus párpados, y es que el desvelo le estaba jugando una mala pasada. Con la barbilla apoyada sobre la palma de su mano, cualquiera diría que se aburría de sobremanera y no estarían lejos de la verdad. Lo peor de todo, no había aprobado a ninguna de las modelos aún.

— Pongan a la número veintitrés. Al resto, muchas gracias.

Natasha dio un salto en su lugar, poniéndose alerta solo para asegurarse de que no lo estaba escuchando como parte de una alucinación, pero el destino era cruel. Y ahí estaba, dirigiendo como si fuera cosa de todos los días. No tenía ni la menor idea de con qué cara la había encontrado, aunque a juzgar por su expresión, no debía ser una muy feliz.

— Hola, Romanoff, ¿Te han dicho ya que este no es horario para tu descanso?

— ¿Qué demonios haces aquí?— preguntó de frente y con molestia.

Lucky MisfortuneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora