CAPÍTULO 08

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Natasha buscó zafarse tanto como podía de aquella silla que la mantenía inmóvil y de los dos pares de ojos que la atravesaban como láseres. María y Pepper parecían tan concentradas en sacarle la verdad que aún si intentara crear una estrategia de escape, ellas serían más rápidas.

La morena tamborileó los dedos sobre el escritorio y la rubia aclaró su garganta. Ahora se sentía más pequeña de lo que ya era. Lo único que podía hacer, era vigilar que alguien no estuviese cerca para poder oírlas.

— Ya deja de hacer eso, me estás poniendo nerviosa. — dijo entre dientes.

— Entonces está funcionando — María se agachó a su altura para mirarla directo a los ojos —. Ahora es cuando nos cuentas que pasa.

— No está pasando nada — rodó los ojos cuando notó su mueca disgustada e incrédula —. Oigan, quiero que quede claro que aún no tolero al tipo, ¿De acuerdo? Esto es estrictamente profesional.

— Claro, por eso están planeando ir juntos a un almuerzo laboral.

— Lo es, de hecho. Vamos a discutir unos puntos con respecto al tema en el que estamos trabajando.

— Una amena plática sobre artículos para el hogar. Que interesante.

— Piensa lo que quieras. Rogers y yo solo tratamos de no matarnos, mientras nos sentamos uno al lado de otro.

— La que los va a matar va a ser la bruja de Margaret si se entera de que ya son amigos.

— ¡Qué no somos amigos, joder! — chilló hacia Pepper mientras intentaba dar saltitos para levantarse. Respiró hondo y se volvió a hundir en la silla —. Correcto, ya déjenme ir.

María bufó dándose por vencida y ella y su secuaz se retiraron para darle espacio.

— ¿Ya está?, ¿Así de fácil?

— ¿Ibas a darnos más información?

— Pero por supuesto que no.

— Entonces sé libre como el viento... — suspiró y Natasha achicó los ojos, detallando cada parte de su rostro porque sabía que la ponía incómoda — Bien, bien. Te estás salvando por ahora, solo porque son casi las doce treinta. Pero dónde descubramos más, la próxima vez te encerraremos en el sótano. Ahora deja de hacer eso y sal de aquí, sabandija.

Ella sonrió, dejando un corto beso en la mejilla de cada una. Tomó su bolso, su cámara y corrió hasta la entrada. Lo que no esperaba era ver a la estilizada y elegante figura de Margaret, de la que estaba casi segura, aún se mantenía en alguna importante reunión. Imponente como siempre, con el mentón más que firme inclinado hacia arriba y con su mirada oscura y soberbia. Con cada paso que daba, aparentaba poder. Y lo detestaba, sabiendo que en el interior era tan inútil como un apio.

Aun así, no desistió de pasar a su lado cuando prestó atención a la cara de pánico que traía Richard. Retorcía sus manos; nervioso, y parecía estar hablando con dificultad.

— Buenas tardes, Margaret.

— Nora, querida. ¿Qué haces aquí?

Ella tuvo que aguantarse las ganas de corregirla solo por esa vez y soportar ese odioso movimiento de nariz cuando algo la molestaba, porque la mujer estaba tan cargada de mal humor como para ponerla de patitas a la calle.

— Tengo una hora para almorzar, pero antes quería hablar con Richard sobre un paquete que debieron entregarme a esta dirección. — hizo una seña que él no tardó en captar y asintió con efusividad, siguiéndole la corriente.

Lucky MisfortuneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora