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—¡Señorita Cloud! ¡Señorita Cloud!

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—¡Señorita Cloud! ¡Señorita Cloud!

Dejé de gritar, para escuchar a quien me hablaba.

—¡Angela Cloud, despierte!

Abro los ojos, hago lo que me ordenan. Está todo oscuro todavía, estoy en la misma habitación del Hospital, en la misma incómoda camilla y ahora todo es confuso.

—Oh, todo está bien. Estaba gritando como loca con su pesadilla. —Habló la mujer con una sonrisa—. Soy Stephanie, la enfermera que supervisa el turno de noche.

—¿Qué? ¿Todo fue un sueño?

No podía ser eso cierto. Fue tan real. Vívido.

—Así es.

Me realizó unas técnicas de respiración adecuada para el sueño, y cerré los ojos, simulando estar dormida para que se vaya luego. Cuando lo hizo, entré en el baño más cercano, para verificar si de verdad había sido un sueño o no.

Esa cosa me había escrito algo en mi vientre bajo, pero me revisé y no había nada.

No había rastro de sangre. Eso era algo bueno. Con toda mi alma deseaba que eso haya sido solo un sueño, de sólo imaginar ese líquido impuesto grotescamente dentro de mí, quemando mi carne, me desesperaba de una manera horrible.

Toqué mis labios vaginales con mis dedos, no sentía dolor. Los deslicé dentro, no había ardor. Todo estaba bien. Era confirmado, había sido todo un sueño.

Bueno, no sólo un sueño. Ese demonio es real, lo siento así. Debió atacarme en el sueño para burlarse de mí.

¿Habrá sido mandado por el demonio de ojos negros?

De sólo imaginarlo me entran ganas de llorar por lo estúpida que fui.




Holly lucía radiante. Con su cabello rubio dejándolo caer suelto y con clase sobre sus hombros, y llegando hasta su cintura. Su atuendo era una combinación de colores marrones, muy sofisticado. Caminaba hacia mí con preocupación, dejando el sitio con olor a su perfume.

Me saludó y me empezó a hacer preguntas de forma rápida. Me abrazó y estuvimos charlando de todo.

Menos del asunto demoníaco.

—¿Y qué es lo que tienes en el cuello? ¿Qué te harán aquí?

—Oh, nada. Sólo me dan pastillas para el dolor, y ya me estaban haciendo los procedimientos médicos en la mañana, para la sangre coagulada y todo ese tema que no me pasaron en la Universidad. —Reí, para aligerar el ambiente.

Holly era muy dramática, y no quería preocuparla.

—Entiendo, entiendo. —Sus ojos marrones preocupados se desviaron de mí, para mirar a la enfermera que rondeaba la habitación a dejar mi bandeja de la comida de la tarde-. Enfermera, si no es una molestia, ¿podría cambiarle la almohada a mi amiga, por favor? Está muy grande, y puede afectar a su cuello herido.

Lo celestial de tu infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora