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Sus palabras parecían sinceras, pero no cambiaba el hecho de que el emisor era un demonio

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Sus palabras parecían sinceras, pero no cambiaba el hecho de que el emisor era un demonio. Ellos no eran los que sanaban a los demás, justamente eran el veneno.

Cerré los ojos y suspiré. Él apoyó sus manos tomando mis codos, acariciando mi piel con su dedo pulgar. Sentí el frío entrar por mi cuerpo, era más intenso que el del mismo bosque.

—Ya escuché palabras parecidas a esas una vez. —Negué lentamente con la cabeza.

—Por favor... Sé que en la promesa que te hice...

—¡Es que se supone que los demonios son malos, pero cuando hacen un trato lo cumplen! ¡¿Por qué no estabas dispuesto?! ¡Por eso no creo nada en lo que dices, y sólo estoy contigo porque soy una puta egoísta que quiere seguir con vida!

Él se separó de mí, asintiendo.

Me miró otra vez, cuando estaba a una distancia considerable. Su cabello negro reposaba como siempre, de una manera seductoramente desordenada. Tenía su mandíbula apretada, y sus ojos negros no transmitían nada.

—Tienes razón. El demonio siempre cumple con lo que promete. Sólo un diablillo hace trampas en los tratos. —Continuó, con su voz susurrante—. Cuando hicimos esa promesa, jugué contigo. Apenas te ví, supe que tenías miedo, y él miedo es el peor de todos los males, porque si no sabes controlarlo, él te controlará a ti, y te aislará de todos tus sentimientos esperanzadores. El miedo es una prisión mental, y tú estabas dominada por él.

Suspiré.

—¿Qué quieres decir?

—Lo que quiero decir, Angela, es que eras fácil de engañar. Toda bruja sabe que al realizar un pacto, promesa, juramento... El demonio debe mirarla directamente a los ojos. Si no lo hace, es porque no se completa el acto ceremonial, por lo que ese demonio tiene la honorable posibilidad de mentir, y no cumplir con su parte.

Mis pupilas se expandieron al escuchar esa revelación. Caí en cuenta de que carecía de información respecto a esa desagradable pillería. Por supuesto, era una bruja. Conocía mucho el ámbito de la magia y de todas las variables que corresponden al campo espiritual, pero nunca me había adentrado tan potencialmente a las Artes Oscuras, o estudiado la Demonología.

Y empecé a recordar esa vez, con mucha claridad.

—Soy un jodido demonio. Hagamos un trato y cumpliré mi palabra, humana. Te protegeré como un perro guardián, pero a cambio, tienes que sacarme de aquí.

—Lo haré. Te sacaré de aquí. —Le dije, insegura. Ya que aún no tenía la certeza si podría hacerlo o no—. Pero serás un buen perro. Y cuando acabes con mi pesadilla, te alejarás de mi para siempre. ¿Lo prometes?

El miró seriamente el suelo, inclinando su cabeza hacia el mismo. Supuse que esa formalidad era parte de ellos, y de su forma de ser gobernados en el infierno.

Lo celestial de tu infiernoWhere stories live. Discover now