Capítulo 06

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Nathalie Sancoeur era la maestra más estricta que el François Dupont podía tener, aunque al mismo tiempo era la más querida por sus alumnos, actualmente daba clases en el salón 5-E o como todos lo llamaban ahora el salón en donde Adrien Agreste toma clases con el resto de los mortales.

La francesa amaba su trabajo, dar clases la llenaba de alegría, ver cómo sus alumnos adquirian los conocimientos dados y se superaban día a día, le daba mucho placer y eso hacía que cada vez diera los contenidos con más entusiasmo.

─Muy bien clase─ hablo está levantándose de su asiento y encarando a los adolescentes ─Como falta poco para navidad, planeo hacer que este año las cosas sean diferentes─ empieza a caminar de un extremo a otro ─Vamos a trabajar en grupos─ se queda parada en el centro del lugar, los chicos festejaron ─No se alegren, porque elegiré yo quienes serán los integrantes, la navidad es para compartir y hacer amigos, así que esa será la meta del trabajo, quiero que me preparen un informe sobre lo bello de la navidad

─Señorita Sancoeur, ¿puedo hacer el trabajo con Sabrina?─ preguntó Chloe sin apartar la mirada de su celular

─Claro. . . .que no─ la rubia baja el aparato y la mira ─Insisto en que este año harán equipo con quién yo creo que no tienen mucho trato, así fortalecerán la dinámica de este grupo y el año que vienen empezaremos mucho mejor─ medio sonríe

─¿Eso quiere decir que estará con nosotros el próximo año?─ preguntó Rose

─Asi es, la directora Bustier me asigno a este grupo y no puedo estar más feliz─ todos los chicos aplaudieron y festejaron ─Dicho esto, diré los nombres de los grupos─ se gira y se sienta, luego toma la lista de alumnos ─Sabrina y Nathaniel, son el grupo uno; Alix y Alya, grupo dos; Adrien y Marinette, grupo tres; Chloe y Nino, grupo cuatro; Sabrina, kim e Ivan, grupo cinco; Mylene, Juleka y Lila, grupo seis; Max y Rose, grupo siete

El silencio reino en el aula, nadie estaba muy contento con la decisión, menos Adrien y Marinette, ellos se odiaban como quien dice a muerte y este trabajo sería un dolor de cabeza para ambos.

─La fecha de entrega será el veintitrés de diciembre, nuestro último día de clases antes de las vacaciones─ suspira y ve que todos la miran fijo ─No habrán cambios─ sentenció, todos desvían la mirada ─Diviertanse

El timbre suena y todos abandonan el lugar, Nathalie guarda sus cosas y toma su maletín rojo, luego se dispone a salir, uno a uno se despidió de todos los alumnos y maestros que se cruzó en el camino, una vez en la calle empezó a caminar rectamente hasta quedar frente a la mejor panadería que tiene la ciudad, que justamente les pertenecía a los padres de una de sus alumnas.

─Buenas tardes señorita Sancoeur─ saludo Sabine apenas la vio entrar

─Buenas tardes señora Dupain-Cheng─ replicó ─Espero tenga algunos de esos deliciosos macarons de arándanos─ pidió modosa

─Lo lamento, hace un rato se llevaron los últimos.

La campanilla de la puerta se siente apenas Sabine dijo eso, al lugar ingresa una rubia muy hermosa, de porte elegante, vistiendo un trajesillo enterizo blanco, con firmeza se acercó hasta ambas mujeres y se paró frente a estas.

─Señorita Sancoeur, un gusto verla, Sabine, no quiero que te enojes pero debo devolver esto─ extiende la bolsa ─Gabriel se confundió esta mañana y llevo los equivocados

─Parece que está de suerte─ mira a Nathalie ─Arandanos─ le extiende la bolsa, Nathalie la toma feliz ─¿Como puedo compensar esto señora agreste?

─Dandome unos de fresa por favor─ a Nathalie le recorrió un escalofrío cuando escucho eso, aunque ama el color rojo, es alérgica a las fresas

La asiática se va hacia el mostrador y las dos mujeres se quedan paradas una al lado de la otra, el silencio reina.

─¿Como le está yendo a Adrien?─ rompió el hielo

─Excelente─ dijo únicamente

─¿Le gustan los arándanos?─ preguntó

─Los amo─ mira la bolsa

─Yo soy alérgica, no sé cómo mi esposo se pudo confundir─ se lamento

─Debio estar pensando en otra cosa.

─Seguro, espero que no sea en alguna mujerzuela─ revolea sus ojos ─Hoy en día hay que tener cuidado, hay mucha mal aprovechada dando vuelta

─¿De verdad?.

─Si─ hace una pausa ─Cuide a su novio si es que tiene o podrían robarselo frente a sus ojos

Sabine regresa con los macarons de fresa, Emilie los toma contenta y se despide, dejando el lugar sin darle tiempo a las demás de siquiera despedirse también.

─Que obstinada─ mencionó la peliazul

─E insegura─ acotó la docente, nunca suele entrometerse, pero está vez se dejó llevar ─¿Cuanto te debo?

─Llevalos sin problema, después de todo son una devolución, no puedo venderlos.

─¿Segura?─ ella asiente ─Bueno, entonces gracias─ sonríe y toma uno ─Estan deliciosos, guárdame un par para mañana─ guiña un ojo

La maestra salió de la panadería y continuó su camino hasta su departamento, al llegar ahí, se encontró con algo que no pudo creer, el señor Agreste estaba recargado sobre su auto con una actitud como si esperara a alguien, cuando la vio, se levantó y se acercó a ella.

─Nathalie, vengo a hacerte una propuesta que no vas a rechazar─ mencionó en tono amigable, luego le extiende un cheque

─¿Que es esto?.

─El sueldo que cobrabas cuando eras mi asistente, te ofrezco el triple para que regreses─ insistió

─Jamas fui su asistente, ni lo sere─ le devuelve el cheque y se encamina a la puerta

─Tu eres parte de la familia Nathalie, no puedes dejarnos así.

─Señor Agreste, no sé qué le sucede pero ya es la segunda vez en el día que quiere que sea su asistente, le pido que deje de molestarme, o prometo que le haré la vida imposible a su hijo en el aula─ sentenció dándole la espalda

─No serías capaz, tú amas a Adrien, no harías nada que lo perjudique o lastimé.

La de mechón rojo se gira y lo mira fijo, el tenía razón, el chico era un tanto especial para ella, jamás lo perjudicaría en nada, tampoco lo ayuda, el por sí solo demostró que es capaz de muchas cosas.

─Tengo razón─ afirmó ─Te invito un café, y prometo que te explicaré todo, creo que entraras en razón

La dama lo piensa, en ese instante las palabras de la señora Agreste resonaron en su cabeza, no quería ser vista por nadie con el, así que después de tanto pensar tomo una drástica decisión.

─Venga, yo le invito un café.

Abre la puerta del edificio y el hombre la sigue, ambos se meten en el ascensor y suben hasta el último piso, la docente abre su departamento y los dos se escabullen en su interior.

 Miraculous: Una navidad anormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora