CAPITULO 7.

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Estar aquí siempre es difícil.
He seguido el mismo ritual el último par de meses y a este punto en lugar de darme algún tipo de alivio o consuelo, parecer ser una rutina absurda para quemar tiempo. Una que soy demasiado cobarde para desechar.
Mi abuela está enferma. Lo ha estado por demasiado tiempo como para poder hacer algo ahora. Ella siempre lo ocultó y yo no dejo de culparme por no haberlo visto antes. Sus constantes dolores de cabeza, los mareos, su incapacidad de concentrarse en algo por mucho tiempo...

—Respira... —susurró a mi misma en un intento de calmar la ansiedad que se expande en mi pecho, nunca he sido una fanática de los hospitales y ciertamente la calma en este pasillo hace que quiera salir corriendo. Odio esto tanto como amo a mi abuela. Quisiera poder volver pasar un momento a solas con ella, sin un desfile de enfermeras, sin máquinas pitando a su al rededor... Sin cáncer.

Tomó una respiración profunda y aprieto el pomo de la puerta, dándome la determinación que necesito para entrar cuando la puerta se abre de repente y una joven mujer me observa. Ella es pequeña y lleva una bata médica. Es monísima, con su cabello rubio oscuro recogido y cuando me sonríe la encuentro cálida y amable.
—¡Oh, lo siento!—ofrece mientras la observo, ella se mueve a un costado y es entonces que tengo un vistazo de mi abuela. Suspiro.

—Hola, yo solo... Pasaba a ver a mi abuela. —le explique, al percatarme de que ella me miraba con zumo cuidado, hice mi camino dentro de la habitación.

—¡Mia! —canturreo mi nana al momento en que me vio. Sus delgados brazos abiertos a mi con tanto cariño que quise llorar. Me acerque y permití que me estrechara, cerrando los ojos al mundo mientras disfrutaba el amor de mi abuela.

—Hola, abuela. —susurró, deseaba estrecharla en mis brazos pero ella era tan frágil y la idea de hacerle daño me asustaba.

—Así que ella es la famosa Mia.

—¿No es muy guapa? —percibí el orgullo en la voz suave de mi abuela y luego su risa, apartándome para mirarla

—Pero si tu estas mucho más guapa que yo, nana. —le dije, mi mirada se encontró de nuevo con la joven mujer. Ella me sonrió.

—Soy Irene, la doctora de tu abuela. Vine a hacerle un chequeo rutinario — me explicó, sus ojos nunca dejaron mi rostro y sentí la vergüenza calentándome las mejillas. Inclinando la cabeza, cubrí con la diestra mi mejilla, ignorando el escozor al contacto con mis dedos. —, pero me estaba marchando.

—Ella dice que tengo muy buena pinta y me siento como si pudiese bailar un tango ahora mismo—agrego mi abuela con júbilo, alcanzando mi mano libre para darle un apretón.

La doctora asintió con una sonrisa. Era una mujer hermosa, lo suficiente mayor para ser mi madre pero sus rasgos eran gentiles. —Tu solo pídemelo y te conseguiré algo de música, estoy segura que las enfermeras estarían muy felices de escuchar algo más los teléfonos de servicio. —ambas mujeres rieron y yo me revolví un poco inquieta. Deseaba que se marchara, no quería que le diese un giro a la conversación e hiciera alguna pregunta que yo no estaba dispuesta a contestar. No a ella, no frente a mi nana.

—Bueno, Marie. Te veré de nuevo mañana —dicho esto, ella se despidió, dándome una mirada que no supe interpretar.
Sentí el alivio recorrer mi cuerpo cuando cerró la puerta al salir y exhale, sentándome a un costado de la cama mientras veía a mi abuela.

—Es muy agradable. —dije.

—Lo es. —mi abuela sostuvo mis manos en las suyas.

Luego de un momento en completo silencio, abrí la boca para decir algo pero mi abuela llevó una de sus manos hacia mi rostro y empujo mi mentón arriba y así nuestras mirada se encontraron. No me había dado cuenta que estaba escondida tras mi cabello cuando ella lo empujo hacía atrás en mi oreja, sus dedos barriendo sobre la hinchazón de mi mejilla enviaron un escozor de lágrimas que peleé para contener.

—Mamá dijo que se pasaría en la tarde, tenía cosas que hacer y... —trate de desviar el tema, desviando la mirada para intentar disuadir las lágrimas.

—Lo he notado cuando cruzaste la puerta, Mia. —habló y me desinfle, no quería que se preocupara tanto como no quería pensar en ello. —¿Quien te ha hecho esto?

—No es nada, he tenido un accidente —respondí. En el momento que las palabras dejaron mis labios me sentí asqueada.

Eres una zorra》
《Juegas a la chica buena y cuando me doy la vuelta, te vas con el primer imbécil》
《Si quieres ser una puta, te trataré como a una》

Aún podía escuchar la iracunda voz de Troy en mi cabeza. Una y otra vez, sus palabras tan duras como puños, sus dedos enterrados tan profundo en mi cabello que dolía.

Y luego paso...

No quería creerlo, me negaba a creer que el me haría daño.

—Ese novio tuyo, ¿Él te golpeó?

—No, nana. Claro que no.

Claro que sí.

Aún podía sentir el ardor en mi mejilla cuando me abofeteó, tan fuerte que el mundo a mi alrededor se difuminó y lágrimas nublaron mi visión. Poco después estaba en el suelo, intentando respirar en medio de un ataque de pánico que parecía consumirme. Estaba asustada, tan asustada, raspando las uñas en el pavimento mientras mis lágrimas caían sin parar. Sentía el costado de mi rostro arder y pude probar el sabor metálico de la sangre.

Troy. Troy. El hizo esto. El me hizo daño. Él me golpeó...

—¿Mia?

—Mia... Joder, Mia. —aún escucha su voz en mi cabeza. Cuando el intento sujetarme, sostenerme, hacerme creer que me protegía, que estaba segura en sus brazos. —Nena, lo siento, lo siento tanto... Yo...—el empujaba mi cabello, luchando con las lagrimas que lo adherían a mi rostro. Yo apenas podía verlo, intentando desesperadamente de deshacerme de sus manos. —, tú has causado esto, Mia. Verte con ese chico me ha vuelto loco. No quería lastimarte.

—Mia, cariño, ¿estás bien?

No, no estaba bien.

Presa del pánico, me sentí atrapada en ese momento, reviviendo el dolor que trajo su golpe. La traición. La humillación.

Sus brazos me rodearon y chille, con rudeza hacia atrás para liberarme. —¡¡No, no, no me toques!! —Chille, tan asustada que no me había dado cuenta de lo que había hecho hasta que el pitido fuerte de una máquina me trajo al presente y ahí estaba mi abuela, conectando de vuelta uno de sus monitores. Uno que yo había arrancado en mi arrebato.
En su rostro pude ver el dolor, que le había causado. La lastimé y ni siquiera me había dado cuenta.

Tenía un problema.




*********
Hola, ha pasado muchísimo tiempo. No quiero darle una excusa pero en realidad no había podido retomarlo. Trabajo, estudio, incluso me he mudado a otro país y todo ha sido una locura.
Estoy intentando retomar esto porque quiero tanto terminarlo que me esforzaré.
Con algo de suerte tendré una laptop la siguiente semana, así no tendré que escribir del móvil -cuesta un montón más espero disfruten de este pequeño fragmento que les traigo y déjenme saber que les ha parecido la novela hasta ahora. Viene más de Matt pronto.

Gracias por el amor y la paciencia.

DANGEROUS. *𝐄𝐍 𝐄𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎́𝐍*Место, где живут истории. Откройте их для себя